Madrid, 21 de julio de 2016. MS. – Es el vino top de Áster, la bodega que el grupo La Rioja Alta tiene en Ribera del Duero, y desde su primera aparición hace diez años con la cosecha 2012 que saldrá en septiembre suman sólo cuatro añadas porque lo elaboran exclusivamente cuando están convencidos de que obtendrán el Finca el Otero que buscan. En palabras de su creador, Julio Sáenz, “buscamos un vino con intensidad de aroma y con alta carga de polifenoles (taninos y antocianos), pero esos taninos tienen que estar maduros. Es decir, potencia tánica a la vez que sedosidad y golosura en boca”. Con esta idea clara, hasta que comienzan a elaborar por separado El Otero las uvas de la finca iban destinadas a un reserva que estuvieron haciendo al principio, pero ahora los años que no embotellan Finca El Otero las utilizan para Áster Crianza.

Guillermo de Aranzábal durante la presentación en Madrid de la nueva añada.

Guillermo de Aranzábal durante la presentación en Madrid de la nueva añada.

Son las dos marcas que a día de hoy salen de la bodega ribereña. Guillermo de Aranzábal, presidente del grupo vinícola, explica que con este vino buscaban tener una marca de prestigio en Ribera del Duero, “y el resultado es fruto de la libertad que tiene Julio para seleccionar las uvas y hacer con ellas lo que mejor crea en la zona”.

Es un monovarietal de tinta del país, con un máximo de 18 meses de crianza, cuya primera añada fue 2006 y ahora presentan en sociedad la 2012, una cosecha con la que además estrenan diseño de etiqueta, en sintonía con la que siempre ha llevado Áster Crianza. De Finca El Otero 2012 disponen de 26.000 botellas que por primera vez van numeradas.

Áster se localiza en Anguix (Burgos) y su historia comienza en 1990 con la búsqueda de viñedos aunque la bodega no se inaugura hasta 2002. Cuentan con 95 hectáreas de tinta del país, a día de hoy perfectamente delimitadas en diferentes fincas, y es la añada 2000 la primera embotellada que sale al mercado como Áster Reserva pues el que hicieron un año antes se quedó en mera prueba “porque fue el peor vino de nuestra historia”, recuerda un sonriente Sáenz. Al año siguiente cambia el chip, o lo que es lo mismo su mentalidad riojana, y opta por hacer Áster Crianza (en vez de reserva) en el que considera queda recogido el carácter de la Ribera, el lugar del que procede, muy distinto de su trabajo en Rioja.

WP_20160720_12_01_15_ProA partir de 2006 comienza a trabajar en la parcelación de la finca, en la diferenciación de suelos, momento en el que surge El Otero, cuyo nombre responde a la finca de la que procede, la más antigua de la bodega, cuatro hectáreas en ladera de suelo poco fértil. También entonces Sáenz opta por hacer la maloláctica en barrica, en esos inicios de roble americano, decisión que considera clave para definir el carácter que distingue a Finca El Otero. En cuanto a la finca se encuentra a más de 800 metros de altitud y la consideran la mejor por su clima más seco y un suelo de reducida retención de agua y baja producción, de lo que resultan, explica su autor, vinos más frutales.

La vendimia de este vino arranca “cuando la pepita de la uva tiene sabor tostado, a café, normalmente entre el 3 y el 8 de octubre”, concreta Sáenz. Como quieren que la vendimia sea fría optan por las primeras horas de la mañana pues explica que la baja temperatura favorece que las uvas entren en bodega lo más intactas posible. “Después mesa de selección, despalillamos y estrujamos”. Tras la fermentación alcohólica la decisión de separar los hollejos la toman mediante la cata, “cuando encontramos esa potencia aromática, carga y sedosidad”. Luego llega la maloláctica en barrica, fase de unos tres meses con battonage dos veces al día “en pro de suavizar el tanino y conseguir dulzura, golosidad”. La crianza se realiza en esas mismas barricas, que en el caso de esta añada 2012 ha sido de 16 meses. Finaliza el proceso con la selección de las mejores barricas que mezclan y embotellan.

WP_20160707_12_51_05_ProEl resultado, este nuevo Áster Finca El Otero que catamos y que nos permitimos comparar, en una cortísima cata vertical, con sus tres hermanos anteriores para comprobar los diferentes momentos en los que se encuentra y hacia donde puede evolucionar.

Finca El Otero 2012, para su autor la mejor añada de las cuatro, “a pesar de su dureza climática, con muchas heladas”. Nariz intensa, muy tostada, marcadas notas torrefactadas,  de café con leche, maderas bien integradas, confitura de fruta negra, notas balsámicas y especiadas. Boca bien armada, sabrosa, potente, láctica, con una equilibrada acidez, amplio y marcado tanino por domar. Final largo, con aromas de fruta negra, toques minerales y claros recuerdos de su crianza. Ganará amabilidad con el tiempo.

Finca El Otero 2010 (15 meses de crianza), un vino que sin duda alguna se encuentra en un momento excepcional, elegante, complejo, intenso y amable. Fruta roja, florales, balsámicos (montebajo), hierbas aromáticas, fresas con nata. Confitura, pastelería, notas de la crianza. Boca sugerente, viva, jugosa, con volumen, amplia, envolvente, sabrosa, de excelente equilibrio fruta-madera. Taninos finos e integrados, fruta roja en el paso de boca, final rico en matices y añada con vida por delante. En este momento el más redondo y estructurado.

Finca El Otero 2009 (12 meses de crianza). Con esta añada la maloláctica ya la realizan en roble francés, pues la primera la hacen en americano. Más cerrado, menos intenso y expresivo que los otros tres aunque fino y equilibrado. Notas torrefactadas, mentolados, de fruta negra, especias dulces, fondo láctico, pastelería, chocolate y toque mineral. Boca con cierta rugosidad, bastante tanicidad y sensación astringente al final de la boca. Largo, con recuerdos de la barrica en el postgusto.

Finca El Otero 2006 (12 meses de crianza). Con diez años de vida, presenta complejidad y buena intensidad en nariz. Aromas torrefactados, especiados, de fruta negra en mermelada, maderas tostadas, hierbas en infusión, bollería. Boca sabrosa, aromática, equilibrada, fluida pero viva, con notas lácticas y recuerdos balsámicos. De elegante tanicidad, amable, con buen carácter frutal aún, fino y de largo recorrido. Todavía con vida por delante.