Pepe Mendoza define su trabajo en el campo como “viticultura de riesgo”. Pocas veces una definición puede ser tan acertada. Las condiciones del cultivo de la vid y de la elaboración del vino en la D.O. Alicante hacen que los de esta bodega familiar sean vinos elaborados en el filo de la navaja.

En sus largas vendimias, el responsable de los vinos de Bodegas E. Mendoza, pasa muchos momentos de miedo. La búsqueda de “su” madurez, de la maduración precisa que el autor de los vinos exige, se hace por intuición y por experiencia. Aquí no sirven refractómetros ni análisis en el laboratorio. La cata pura de las uvas da las claves. Y en la bodega también hay trabajo duro, cada año investigando en busca de las técnicas de elaboración más adecuadas para sus vinos.

El de los hermanos Mendoza es un trabajo puramente vocacional. El entusiasmo que destilan Pepe y Julián Mendoza, enólogo el primero, polifacético el segundo, ha tenido que ser necesariamente genético, cultivado luego por toda una vida de convivencia con el vino que se elaboraba en la bodega familiar, primero como afición y después de manera cada vez más profesionalizada y responsable. La profesionalidad de los dos hermanos que controlan todo en la bodega y la viña y la responsabilidad de elaborar unos vinos que se sitúan, destacados, en la vanguardia de la Comunidad Valenciana y entre los más importantes de la costa mediterránea española.

La trayectoria de Bodegas E. Mendoza comenzó como un entretenimiento. La afición por el vino de Enrique Mendoza, propietario de un pequeño supermercado en la localidad alicantina de Alfàs del Pi, a escasa distancia de la populosa Benidorm, fue el germen de la bodega. Natural de Alfàs del Pi, Enrique Mendoza era hijo de un ganadero del pueblo y propietario de una carnicería que luego se convertiría en supermercado y, más adelante, en un hipermercado de considerables dimensiones (2.500 metros cuadrados de superficie de venta), situado a las afueras de Alfàs, ya en el término del vecino municipio de La Nucía.

Bodeguero por afición
Mientras hacía crecer su negocio familiar, Enrique Mendoza cultivaba su afición al vino. Hacia 1970 plantó su primera viña: 200 cepas en Alfàs del Pi, junto a la actual bodega. Más o menos por esas fechas nacería su segundo hijo, Pepe, destinado a ser el enólogo de la bodega familiar y una de las figuras importantes de la enología valenciana y española. En esos primeros pasos se trataba poco menos que de hacer unos litros de vino y una fiesta de amigos: en vendimia se reunían los amigos y, con la excusa de la recolección, celebraban una minifiesta en torno a un arroz o a un cordero guisados en el campo, a pie de viña.

Ese viñedo primero, mezcla de muchas variedades, sigue en producción, junto con otras cuatro hectáreas de Moscatel repartidas entre tres bancales que poco a poco van perdiendo terreno por las ampliaciones de la bodega, la última en 1999. La bodega familiar fue creciendo también en ambición y pronto se vio que unos terrenos tan próximos a la costa, con elevada humedad, no eran aptos para la producción de vinos de calidad.

Los vinos producidos se destinaban a consumo propio o a la venta a granel. No significa esto que se descuidara en absoluto la calidad, Por el contrario, la inquietud de Enrique Mendoza le llevaba a realizar las experiencias que sus medios le permitían. A mediados de los setenta conoció a Miguel Torres, que le habló de la fermentación a temperatura controlada; lo intentó con bolsas de hielo. En los primeros años contó con la ayuda de técnicos de Torres, entre ellos Jesús Artajona, hoy director técnico de Enate, que tenía novia en la cercana localidad de Altea y se pasaba por la bodega y por el modesto laboratorio, montado en la cocina de casa.

Viñas de Cabernet Sauvignon
En esos años Enrique Mendoza estaba impresionado con los vinos de Cabernet Sauvignon y se lanzó a plantar esa variedad. Eran tiempos en los que aún estaba prohibido importar vides extranjeras, de manera que se trajo las plantas de contrabando en una serie de viajes a Francia. Eran las fechas en las que ya decidió producir vino “en serio”. Puso en Villena 15.000 cepas que ya en el campo respondían al coupage que al patrón le gustaba: 70 por ciento Cabernet Sauvignon, 15 por ciento Cabernet Franc y 15 por ciento Syrah. Más tarde, al ver que el clima de Alfàs no era adecuado, esas viñas serían sustituidas por Moscatel.

En 1989, Enrique Mendoza adquirió una finca en Villena, una de las localidades más importantes de la zona de producción de los tintos de la D.O. Alicante. Está situada en el valle del Vinalopó, en pleno Altiplano Levantino, esa comarca privilegiada que comparten las denominaciones de origen Alicante, Almansa, Jumilla y Yecla. Ahí sí que contaba con las condiciones idóneas.

Allí cuentan en la actualidad con 65 hectáreas de viñedo, en el que se han plantado exclusivamente variedades francesas: Chardonnay, Merlot, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon, que ocupa la mitad del viñedo, y algunas de las más antiguas plantas de Syrah españolas, implantadas aquí tras un viaje de Enrique Mendoza, lo que él denomina “vacaciones vinícolas”, por la zona del Ródano.

También en Villena, se construyó una moderna bodega de elaboración, diáfana y funcional, en la que Pepe Mendoza no para de experimentar con nuevas técnicas para la producción de vinos. En Alfàs del Pi funciona otra bodega de elaboración, dedicada exclusivamente a los vinos de Moscatel, y la nave de crianza, así como las instalaciones de embotellado y expedición. Es el feudo de Julián Mendoza, el benjamín de la familia, dedicado a tareas de marketing, mientras que el mayor, Juan, está al frente del supermercado.

Son tareas repartidas de forma lasa, porque, bajo la batuta de Enrique Mendoza, aquí todo el mundo hace de todo. Pepe comenzó a hacerse cargo de la elaboración cuando apenas había iniciado sus estudios de enología, pero en la bodega trabajaban todos, lo mismo que en el “super” cuando hacía falta. El domingo era el día grande en la bodega, con actividad febril sobre todo en épocas de vendimia.

Siempre en vendimia
Ahora, dedicado de lleno a la elaboración, Pepe vive en una vendimia constante. Está plenamente convencido del enorme potencial de la franja mediterránea para la producción de vinos de muy alta calidad, pero también está convencido de que no se pueden aplicar cartillas ya escritas. Pepe Mendoza piensa que la franja mediterránea se va a poner al frente de los vinos de calidad, pero que hay que investigar y experimentar sin pausa hasta dar con las claves de estos vinos nada fáciles.

La vendimia de los Mendoza dura más de cuarenta días. Se inicia en Alfás del Pi, con la recolección de un parte del Moscatel, cuyo mosto se conserva en frío. Luego, Pepe se traslada a vivir a Villena, donde permanece durante los más o menos cuarenta días que dura la vendimia y la elaboración de todos los vinos, incluidas las nuevas experiencias, como los primeros monastrell que elabora con sigilo porque quiere estrenarse con la cepa de la zona haciendo un vino muy grande. Al final, allá por octubre, vuelve a Alfàs para vendimiar el resto del Moscatel.

Apenas finalizados los trabajos de elaboración y de puesta en marcha de las crianzas, el entusiasta Pepe Mendoza se prepara para otra vendimia: todas las primaveras viaja al hemisferio sur para hacer vendimias en lugares elegidos por sus climas similares al de Alicante. Es decir, zonas con mucho sol y mucho calor, en las que la línea entre la maduración y la sobremaduración se traspasa en unas pocas horas, por lo que hay que estar muy atento a la evolución del fruto.

También hay que contar con las elevadas temperaturas durante la fermentación, lo que puede facilitar el ataque de bacterias y la oxidación de los mostos. Con todo ello cuenta Pepe Mendoza, técnico formado primero en Requena, luego aconsejado por amigos del peso de José Luis Pérez Verdú, propietario del priorato Clos Martinet y maestro de toda una generación de jóvenes enólogos que está cambiando el aspecto de los vinos del Mediterráneo. Y, finalmente, formado por su propia experiencia, tanto en la bodega familiar como en vendimias de medio mundo.

Técnicas revolucionarias
Como integrante de esa nueva escuela, Pepe está convencido de que buena parte de la calidad del vino está en la viña. Pero también pone un acento muy especial en la bodega. Allí emplea técnicas innovadoras, como la fermentación “caliente” o la sorprendente oxigenación de los mostos en plena fermentación: es un espectáculo olfativo pasar cerca de los depósitos en los que se está realizando esa operación.

Los resultados no defraudan y los vinos de Bodegas E. Mendoza no dejan de mejorar año tras año. Vinos que reivindican la casta mediterránea, con algunos ejemplos grandiosos, como las últimas cosechas de su varietal de Syrah o el Reserva Santa Rosa, tinto ejemplar de esos que los franceses califican como “golpe de corazón”, feliz expresión para vinos que enamoran casi a primera vista. No hay que dejar de lado sus varietales de Cabernet Sauvignon, crianza o reserva, o el tinto Selección Peñón de Ifach, de mezcla de variedades. Completan la gama un varietal de Pinot Noir, que es un empeño personal de Pepe y que va mejorando, y un blanco de Chardonnay que sufre los rigores del verano alicantino.

Naturalmente, no hay que olvidar los dos vinos dulces de Moscatel, uno joven, en la línea moderna de dulces frescos, y otro con fermentación y crianza en barrica, más complejo. El segundo es también objeto de cambios: en la última cosecha se han realizado dos vendimias, una precoz para conseguir frescura y otra tardía, para obtener esas notas de confituras de naranja tan mediterráneas; los mostos juntos se han fermentado en barrica y han envejecido en madera.

Los resultados están a punto de poder ser comprobados, junto con los de algunas de las nuevas experiencias de elaboración aplicadas a los vinos tintos. La elaboración de Monastrell, si le gusta a Pepe, completa un panorama de futuro muy interesante. No será una carga seguir con atención la trayectoria de esta pequeña joya levantina, que ya es la mejor bodega de la Comunidad Valenciana y una de las destacadas de la costa mediterránea.

Fecha publicación:Mayo de 2002
Medio: TodoVino