A principios de enero el BOE publicó el calendario de los concursos de calidad de vinos que se van a celebrar en España a lo largo del año. Se han establecido dos categorías: los “Concursos oficiales” y los “Concursos oficialmente reconocidos”. Los primeros, en número de 14, son los organizados por la Administración General del Estado y los Gobiernos autónomos y por sus organismos dependientes (entre ellos los consejos reguladores de las denominaciones de origen). Los Concursos oficialmente reconocidos son ocho y están organizados por ayuntamiento o entidades privadas. Ese reconocimiento oficial de las catas concurso es importante porque únicamente los vinos premiados en esos concursos pueden hacer mención en sus etiquetas de los galardones obtenidos.

Las catas-concurso de vinos son un instrumento de promoción eficaz para las bodegas de nueva constitución o para las que quieren llamar la atención sobre una nueva marca o un nuevo estilo de vinos. No aportan nada, en cambio, para las marcas que cuentan con prestigio, porque tienen poco que ganar (sólo si quedan en primer lugar) y mucho que perder (si quedan en segundo plano impulsan a los que están por encima). Por eso no es fácil ver marcas de prestigio consolidado en ese tipo de catas. Por otro lado, también pueden ser un medio para fomentar la calidad en determinadas zonas. En este caso están los concursos regionales o los organizados por los consejos reguladores de las denominaciones de origen.

Hay varios tipos de concursos. Algunos son de inscripción gratuita mientras que en otros se exige una cuota. En algunos se otorga un primer premio, un segundo y un tercero, mientras que en otros se conceden varios premios en distintas categorías. Los primeros establecen una clasificación en función de la pura calificación (media o mediana) otorgada por los catadores y en los segundos se establecen tres o más categorías (generalmente medallas de bronce, plata, oro y gran medalla de honor o similar) que se conceden a los vinos que hayan obtenido las calificaciones establecidas para cada una de las categorías.

Curiosamente, suelen conceder más premios los que piden una inscripción, como si con ello buscaran algo así como cuidar a la clientela. Además, suelen ser concursos en los que los vinos son catados por varios jurados de diferente composición, con lo que la posición final depende del criterio, más estricto o más blando, del grupo de catadores al que le sea asignado el vino.

Las catas-concurso no ofrecen por todo ello una fiablidad absoluta. Sobre todo los grandes concursos con muchos jurados que catan distintos vinos. Sin embargo, esos jurados suelen estar integrados por catadores bien preparados, por lo que es difícil que obtenga premio un vino mediocre. En ese sentido sí hay una cierta garantía de que el vino que ha obtenido premio ofrece suficiente calidad. Lo que ya puede ser más discutible es su posición en el orden de premiados. Pero eso se discute siempre incluso entre los propios catadores.

Fecha publicación:Marzo de 2001
Medio: El Trasnocho del Proensa