.comBodegas Numanthia, firma española integrada en el grupo LVMH,
propiedad de Bernard Arnault, único de los 40 más ricos del mundo que
tiene negocios vinícolas

Madrid, 14 de enero de 2013. MS. - Ricos y famosos pero una fama obtenida
por sus exitosos negocios porque el nombre de pocos de ellos es conocido por
el común de los mortales. Son ellos los verdaderos millonarios y por ende
poderosos. Hidrocarburos, finanzas, minería, medios de comunicación, banca,
internet, moda… pero también chocolates, muebles,
hoteles, los cosméticos o el lujo. Son los variados sectores en los que se han
enriquecido todos ellos. Quién no conoce Windows, Google, Oracle, Amazon,
Ikea, H&M, la cadena Lidl, Louis Vuitton, L’ Oréal, los chocolates Ferrero o
Mars… o Zara. Sin duda éste es uno de los pocos negocios a los que somos
capaces de ponerle una cara, la de Amancio Ortega, quinto millonario del
mundo en la lista Forbes (www.forbes.com/billionaires/list/), y tercero y único
español entre los 40 millonarios de la lista Bloomberg, junto a unos cuantos
más como Bill Gates, Carlos Slim, Warren Buffett o Sheldon Adelson, el último
principalmente por la popularidad alcanzada en el último año a causa del
polémico Eurovegas que pretende montar en la localidad madrileña de
Alcorcón. Todos los demás, salvo algunas excepciones, son desconocidos y
anónimos para el gran público.

La relación de ricos con respecto a ediciones anteriores poco ha variado, los
millonarios son los mismos, ascendiendo o bajando puestos en función de
cómo les haya ido el último ejercicio pero ninguno ha salido de la lista. Son los
únicos que, con la que está cayendo, continúan aumentando su riqueza. Y
entre los primeros 40 millonarios del mundo, tanto en la lista de Forbes como
en la confeccionada por Bloomberg (http://topics.bloomberg.com/bloomberg-
billionaires-index/), solo uno de ellos cuenta entre sus negocios con bodegas.
Se trata de Bernard Arnault, cuarto y noveno respectivamente, en función de la
lista a la que miremos, pero puesto que en ningún caso ha ganado
exclusivamente por sus inversiones en vinos y bebidas.

Líder mundial del lujo, LVMH Moët Hennessy – Louis Vuitton posee una
cartera única de más de 60 prestigiosas marcas, operando en cinco sectores
diferentes: moda y marroquinería, perfumes y cosméticos, relojes y joyas,
venta al por menor selectiva y vinos y licores, partida ésta en la que cuenta
con productos tan afamados como los champagnes Dom Pérignon, Moët &
Chandon, Veuve Clicquot o Krug, destilados como Hennessy, Glenmorangie
o Belvedere, o las bodegas Château d’ Yquem, Cheval Blanc o Numanthia, la
única bodega española en su portfolio.

Dicho esto, de los casi 13 millones de euros de ingresos del grupo francés a 30
de junio de 2012, los vinos y licores representan casi 1,8 millones, de los que
seguramente son el champagne y los destilados el mayor impulsor aunque solo
sea por volumen dentro de esa partida. Lo que resulta evidente de cualquier
modo es que no son los vinos tranquilos el principal motivo de su éxito. No, el
vino no hace millonarios…

Inversores ajenos en fuga

Sí, así es, a diferencia de lo que unos cuantos creyeron hace unos años, el
vino no es un negocio lucrativo, y menos en un corto plazo. Ésta ha sido la
decepción de tantos otros que aterrizaron en él llegando como elefante a
una cacharrería. Desconocedores de la realidad del sector pero deseosos
de rentabilidad a la velocidad del rayo al tiempo que ‘limpiaban’ sus dineros.

Grandes inversiones, sospechosas en algunos casos (recordemos aquello
del ‘narcoalbariño’, expresión acuñada con sorna pero no exenta de algún
fundamento), y muchos millones procedentes del boom inmobiliario que
buscaban ‘sanear’ lo antes posible montando bodegas sin idea de hacer vino ni
de como funciona esto, y ahora con muchas botellas en el almacén pendientes
de ser vendidas, si no con el negocio a la venta o en suspensión de pagos.

Y qué decir de las entidades bancarias convertidas en inversores vinícolas
pero también proceso de abandono del tanino. Es el caso de y en el caso de
Novagalicia, dueña en su totalidad del grupo Sogevinus (Burmester, Calem,
Barros y otras casas de Oporto) intervenida por el Estado. Y podría ser el de
Caja Navarra, en su momento animada propietaria, integrada desde 2012
en Banca Cívica, incorporada a su vez en el grupo Caixa Bank en medio del
maremagnum que vive la banca. El caso de Caja Navarra, propietaria del grupo
Taninia (Bodegas Guelbenzu, Señorío de Sarría, Palacio de Bornos, Bodegas
Toresanas y Bodegas Torreduero) podría reeditar la salida del sector bancario.

Seguiría el camino del también en trance de desaparición Banesto, que fue
propietario de Bodegas Age, firma que se unió al grupo Bodegas y Bebidas,
propiedad del Banco de Bilbao, que a su vez se deshizo de toda su división
vinícola, vendida a Allied Domecq y luego convertida en Domecq Bodegas,
propiedad ahora de la francesa Pernod Ricard.

Es evidente que hacer vino no es levantar edificios. Muchos se han equivocado
pensando que esto era llegar, invertir y ganar. El vino no es rentable en el corto
plazo, y tampoco hace millonarios a no ser que se trate, como en el caso de
LVMH, de grandes grupos de negocios con diferentes vías de ingresos. Ahí
están las personas más ricas del mundo para acreditarlo.