La isla del vino de Madrid Fusión cierra su segunda edición con la vista puesta en los jóvenes

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Vista general de la sala de catas durante la cata
de Bodegas Numanthia Thermes (Grupo LVMH) en Enofusión.

Madrid, 29 de enero de 2012.- RP.- Enofusión, el encuentro vinícola paralelo a la cumbre gastronómica Madrid Fusión, cerró el pasado jueves sus puertas, como su feria hermana, con un sabor dulce, el de una cata de vinos procedentes de diferentes regiones y elaborados con Moscatel, Pedro Ximénez y Malvasía.

Pero Enofusión tuvo mucho más: con la vocación de encontrar la manera de atraer el vino hacia los jóvenes, estos tres días han tenido conversaciones, catas y mucho intercambio de opiniones al respecto por parte de especialistas, bodegueros y aficionados que se han acercado a lo que, de seguir así, puede convertirse en un auténtico punto de referencia para aprender con los mejores vinos. El mismo objetivo, trasladado al vino, con el que, hace diez años, comenzó Madrid Fusión.

Hablar de vino: los círculos y mesas redondas

Bajo el título general de “Consumo de vino y relevo generacional: ¿qué es lo que no estamos entendiendo?” Enofusión programó tres mesas redondas donde diversos profesionales del vino vertieron sus opiniones sobre diferentes aspectos del vino y la juventud.

La jornada inaugural partió con la comparecencia de varios expertos en redes sociales y marketing on line, que destacaron la importancia de tener una buena comunicación a través de internet por parte de las bodegas para poder establecer un contacto directo con sus consumidores. También se destacó la ausencia de interés, todavía, de la mayor parte del sector productor, más interesado en ventas que en intercambiar experiencias a través de la Red. En esta mesa participaron Álvaro Cerrada, fundador de la asesoría on line Yalocatoyo, Luz Divina Merchán y José Ramón Martín, de la consultoría y portal Quelujo.com, especialistas en redes sociales; Joaquín Parra, de Wine Up Consuling y el panel Ecatas; y quien firma esta crónica, que compareció por su actividad bloguera.

Entre la audiencia, y a excepción de la responsable de comunicación de Gramona, Linda Díaz, apenas hubo representación bodeguera, aunque el asunto sí despertó después conversaciones entre los profesionales y aficionados que acudieron.

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El enólogo de las bodegas portuguesas Niepoort, Luis Seabra

El miércoles varios periodistas y formadores en el mundo del vino acudieron para hablar de cómo atraer a los jóvenes al mundo del vino. Abrió el debate la periodista y experta catadora del portal Todovino Amaya Cervera quien, con cifras en la mano, consideró que el descenso en el consumo no habría de desesperar al sector, al tiempo que reivindicó una comunicación más directa y desenfadada usando la Red de redes. Coincidió con ella la directora del Enofestival, Cristina Villar, que habló de acercar el vino a los jóvenes en lugar de tratar de que sean ellos quienes se acerquen por su cuenta. Reconoció, además, que ella misma ha visto siempre el vino como algo familiar, pero nunca como una bebida fuera de ese ámbito, y animó a emprender iniciativas como el festival que dirige, donde el vino viene de la mano de la música independiente. La portuguesa Maria Joao de Almeida, directora de Vinho Televisión, contó su experiencia y habló de pequeños destellos de esperanza en su país, donde empieza a haber un consumo nocturno de vino en forma de copas y cócteles basados en el vino. La periodista Concha Crespo, que está preparando un trabajo audiovisual con contenido en vino, también recapituló sobre su cobertura en televisión, que siempre, debido a las leyes de protección del menor, ha de estar ligado a la cultura y los contenidos vinícolas que acceden a la pantalla son muy restringidos. El formador, sumiller y experto en vino y destilados Javier Pulido apuntó que la clave es la enseñanza, que a los jóvenes que él forma en sus clases enseguida se les “engancha” al vino, pero reivindicó los buenos educadores.

También se habló de la reticencia del sector productor a hacer formatos accesibles y baratos, más desenfadados, para jóvenes, como vinos en lata o vinos ligeros y frescos para que se acerquen por ese camino.

Las catas: los encuentros estrella de Enofusión

El punto caliente de esta edición ha sido la multitud de catas que se han preparado para mostrar diferentes tipos de vino de manos, en la mayor parte de las ocasiones, de sus autores, por más que esta palabra fuera discutida por algunos de los ponentes.

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La periodista Pilar Molestina, presentadora de la cata de Viña Pomal, y el enólogo titular de la bodega, Diego Pinilla.

Las degustaciones, a las que los aficionados pudieron acudir comprando previamente una entrada que estaba entre los 25 y los 35 euros, se convirtieron también en un foro donde muchos de los temas candentes del vino salieron a la luz.

Pero la convocatoria que generó más expectación fue la monumental cata de añadas Históricas de Niepoort (Oporto) por el enólogo de la bodega, Luis Seabra, que, pintando de cierto modo el carácter de la cata, comentó que “cada vez que abro un Porto viejo, me vuelvo más pequeñito”. Así debieron de sentirse los poco más de 60 asistentes (algunos no pudieron entrar por falta de espacio y de vinos) que cataron una selección de vinos Vintage, Garrafeira y Colheita de Niepoort, de las añadas 2009, 2008, 1977, 1954, 1952 y el centenario y sorprendentemente vivísimo 1912, un vino cuyas botellas, estima la organización de Enofusión, están valoradas en unos 4.000 euros. Pero lo que realmente apreciaron los asistentes fue encontrarse ante auténticas joyas enológicas de las orillas del Duero, y una forma de elaborar cuidadísima que da como resultado uno de los vinos más apreciados del planeta.

Tampoco se quedaron atrás en expectación el resto de catas programadas para esta edición: el enólogo titular de Bodegas Bilbaínas, Diego Pinilla, dirigió una interesante vertical de Viña Pomal donde el vino más antiguo pertenecía a la añada 1982 y donde se pudieron comparar dos vinos, muestras de barrica, procedentes de viñas plantadas en dos terrenos diferentes, terciario y cuaternario, para apreciar las diferencias previas al coupage.

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De izquierda a derecha la enóloga María Isabel Mijares, moderadora de la cata de Riscal Vs Rolland, Dani Rolland, propietaria de los vinos Colección Rolland, y el director técnico de Marqués de Riscal, Luis Hurtado de Amézaga.

Otra cata de añadas antiguas, pero menos, fue la de Marqués de Riscal, impartida por el director técnico y enólogo de la casa, Luis Hurtado de Amézaga, junto a la que aconteció, de forma inexplicablemente paralela (en una especie de “versus” sin un discurso de oposición claro) una degustación de vinos del mundo elaborados por el equipo de Michel Rolland y que contó su mujer y socia del proyecto, Dani Rolland. Mientras Riscal se centró en su bodega de Rioja para mostrar sus Reservas y su vino emblema, Barón de Chirel, la degustación de la Colección Rolland fue una vuelta al mundo por sus elaboraciones en Sudáfrica, Argentina o Francia.

Los vinos biodinámicos españoles contaron con un maestro de ceremonias excepcional, el viticultor Nicolas Joly, uno de los máximos exponentes de esta vertiente agrícola que él mismo definió como “un modo de vida”. Para Joly “si hay que actuar en la bodega es que no se han entendido conceptos durante la viticultura. Los errores agrícolas obligan a hacer enología masiva. El maestro de la biodinámica sostiene también que “la calidad de un vino es como la música: está el músico, el instrumento y la acústica. Ellos tres en armonía forman el vino, y el enólogo ha de supervisar, pero no ser un mago”, en referencia al trabajo en bodega, que en su opinión desvirtúa la naturaleza de los vinos. Joly, en su intervención, respondía a las preguntas del periodista Juan Manuel Bellver, y ambos fueron la antesala de una cata de vinos llamados “lunares, ecológicos, biodinámicos, naturales y otros de la tribu”, elaborados por fervientes creyentes de la poca actuación en bodega, desde Castilla- La Mancha a Galicia. La cata la dirigió el también elaborador y co propietario de la vinoteca La Tintorería, Flequi Berruti.

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Nicolas Joly, viticultor y uno de los precursores de la agricultura biodinámica.

Padres e hijos se “enfrentaron” en una cata similar a la que ya se celebró en la primera edición de Enofusión, y que esta vez contó con tres parejas protagonistas: René Barbier y su hijo, del mismo nombre, Fernando Remírez de Ganuza y su hija Cristina y Marisol Bueno, que compareció a pesar de no encontrarse bien junto a su hija Vicky Mareque. Cada uno de ellos presentó un vino en el que han intervenido, comentando sus visiones y su forma de entender la vitivinicultura.

Otro enfrentamiento, esta vez de enólogos, se dio en la cata “Vinos cara a cara” entre Telmo Rodríguez, enólogo que elabora en distintas partes del país y ha recuperado la titularidad en su bodega familiar, Remelluri (DOC Rioja) y el enólogo asesor Raúl Pérez, y entre el autor de los vinos baleares de Ánima Negra, Miquel Ángel Cerdá, y el enólogo “volante” Pepe Hidalgo, moderados por el periodista metido a bodeguero Víctor de la Serna.

Paseo por grandes casas del vino

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De izquierda a derecha, René Barbier y René Barbier Jr., Fernando Remírez de Ganuza y su hija Cristina, y Marisol Bueno y su hija Vicky.

Grandes grupos bodegueros y casas vitivinícolas congregaron en Enofusión a multitud de aficionados, deseosos de conocer sus vinos o de profundizar en su estilo.

González Byass contó con el saber contar de su enólogo jerezano Antonio Flores, que dirigió una interesante cata de vinos procedentes de botas de distintas soleras de Tío Pepe, su fino más emblemático, además del Tío Pepe en Rama y dos de sus cuatro nuevos Finos Palmas.

Los cavas llegaron con Freixenet y su apuesta por armonizarlos varias tapas elaboradas por el chef Juan Pablo Felipe (El Chaflán, Madrid) con algunos de sus cavas, entre ellos el Cuvée D.S. y el Casa Sala, además de un cava dulce de malvasía de la añada 2001.

Torres, quien ya compareció el año pasado con una memorable cata vertical de Mas la Plana (DO Conca de Barberà), decidió proponer a la audiencia un viaje por sus bodegas trasatlánticas mediante la degustación de su Manso de Velasco chileno y dos vinos californianos de Marimar Torres, que se complementó con tres de sus vinos de finca españoles, el blanco Milmanda y los tintos Mas la Plana y Grans Muralles.

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El enólogo de González Byass, Antonio Flores, durante la cata de las soleras de Tío Pepe.

El grupo Louis Vuitton- Moët Hennessy acudió a Enofusión con el enólogo Manuel Louzada para dirigir una cata comparativa y de tres añadas de sus vinos de Toro, Numanthia y Termanthia, que permitieron entender las diferencias que la cosecha ha marcado en los vinos, pero también aclaró la diferente personalidad que tienen ambos, el primero marcado por la potencia y el segundo, perfilado por una intensa elegancia. En un juego de palabras con el nombre de la región, el director de comunicación de la casa, Pedro Utrera, avisó de que esa tarde los asistentes lidiarían con una selección de seis miuras, que resultaron ser, a juzgar por las impresiones de la audiencia, de lo más toreables.

Garnachas, féminas, pazos, vinos de supermercado… y más

Las mujeres enólogas tuvieron también su protagonismo en Enofusión con una cata de vinos elaborados por ellas, en la que participaron Susana López Mendiondo, de Pago del Vicario (VT. De Castilla), Mayte Esteve, de Cavas Marqués de Gelida y Rosalía Molina, de Bodegas Altolandón (DO Manchuela).

Los pazos gallegos Señorans, Baión y San Mauro, los tres de Rías Baixas, se expresaron con sus vinos, así como la Garnacha, una uva que ha ido alcanzando la categoría de “variedad de moda” a ojos de la directora de las vinotecas Santa Cecilia, Mayte Santa Cecilia, tuvo su espacio protagonista con una cata de tres garnachas de distinta procedencia: las manchegas de Toledo de Jiménez Landi, las navarras de Domaines Lupier y las catalanas del Montsant que elabora Terroir al Límit.

Las regiones más lluviosas de España demostraron en la cata de “Los vinos de la lluvia” que es posible hacer vinos de calidad en lugares húmedos como Vizcaya, Asturias o Galicia. Como prueba, vinos de Itsasmendi (DO Txacoli de Vizcaya), Obanca (VT. Cangas) y La Val (DO Rias Baixas). Del norte, esta vez del Bierzo, llegaron las mencías de Casar de Burbia, Bodegas Estefanía, Luna Beberide y Paixar para tratar de mostrar a los asistentes la personalidad, compleja y poco entendida, de esta variedad leonesa.

Los rosados navarros y los vinos de Makro contados por cinco de sus sumilleres fueron poniendo el broche a estas intensas tres jornadas vitivinícolas, que terminaron clausuradas por una cata de vinos dulces de Pedro Ximénez, Moscatel y Malvasía dirigida por el presidente de la UEC, Fernando Gurucharri.

Los aledaños: el enobar, la muestra de bodegas y el vino de Madrid Fusión

Como en la edición anterior, en el enobar hubo una cuantiosa selección de vinos de distintas procedencias y variedades a disposición de los asistentes, que en ocasiones echaron en falta un mayor control de la temperatura y de las existencias. Como novedad, este año 13 bodegas y sus vinos formaron parte de Expobodegas, una muestra que en su año inaugural no fue el entorno más concurrido.

Madrid Fusión, que se celebró paralelamente pero en un espacio físico vetado a los asistentes a Enofusión, contó con una cata de vinos de Ribera del Duero y la presencia de algunas bodegas fieles a esta cita, pero que parece haber cedido todo el protagonismo vinícola a esa llamada Isla del vino.