Empeño de autenticidad berciana

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Juani y Gines junto a sus nuevos socios, José Cereijo y el joven Luis López

Madrid, 15 de junio de 2014. MS. – Empeño asentado en el convencimiento, casi tozudo, de Ginés Fernández, con quien se inicia la historia de esta bodega hace ahora dieciséis años junto a su mujer, Juani Gancedo. “No nacimos en el mundo del vino ni nos dedicamos a plantar viñedo”, comienza Ginés en su carta de presentación, y es que él procede de la mina, donde estuvo gran parte de su vida profesional, y ella de la hostelería, donde trabajó como camarera. Pero como viticultores aficionados, ahora elaboradores (como recuerda su tarjeta de visita), en 1998 arranca en la localidad leonesa de Quilós su proyecto vinícola, que dos años después se convertiría en Bodegas y Viñedos Gancedo para, a partir de ese momento, dedicarse en exclusiva a hacer vinos.
Desde entonces, la obsesión de Ginés ha pasado por seleccionar, poco a poco, los que considera los mejores viñedos del Bierzo, y ya van por 74 parcelas, con el fin único de elaborar etiquetas que reflejen su tierra, el suelo, el clima que reciben, en definitiva, el lugar del que proceden. Vinos auténticos, puros bercianos. “Bierzo en una denominación para dignificar por lo que aquí tenemos y hemos protegido”, apunta.
“Aquí se defiende ahora el viñedo viejo, después de mucho arrancar años atrás, y los nuestros tienen entre 60 y cien años”, continúa.
Su pasión por el vino es fruto de la casualidad, nos cuentan, del reto que supone la elaboración dada su complejidad, “día a día descubres que eres ignorante, ignorante, pues es un constante aprendizaje”. En su caso enfocado a la perfección, y de ahí su nivel de exigencia y casi intransigencia, y confío no le moleste pero en su pasión así lo transmite.
Decir también, antes de continuar, que Gancedo cuenta con nuevos socios desde el pasado noviembre. Se trata de inversores de la zona, empresarios locales dedicados a la hotelería y la investigación minera, que han llegado para dar un respiro económico a la bodega de esos apasionados viticultores además de apoyo, porque les gusta, confían en el trabajo y proyecto que está desarrollando Ginés, y ya consumían sus vinos.
A pesar de los pocos años que llevan vinculados al vino, los conocimientos de Ginés son alucinantes y casi apabullantes lo que, por ende, en ocasiones le resta receptividad. Y es que si bien es verdad que maneja muchas razones, en el vino y el sector en general hay más grises que blancos y negros. Pero todo responde a su empeño en que no se pierda la identidad berciana, para lo que solo admite variedades autóctonas (mencía para tintos, y godello y doña Blanca para blancos), “pues por ahí hay vinos del Bierzo, muy bien puntuados, que tiran de ayuda foránea”, denuncia con indignación. Sin lugar a dudas, Ginés Fernández es genio y figura, un hombre fiel a sus planteamientos.

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Por eso se ha pateado toda el entorno, en el límite con Galicia, buscando esas cepas y pagos que más le han convencido y a partir de los que elabora, actualmente, sus cinco vinos, tres tintos y dos blancos: Gancedo (9 €), su tinto joven; Ucedo (28-30 €) y Xestal (14 €), ambos con unos doces meses de crianza en barrica francesa; y los blancos Capricho (11 €) y Herencia del Capricho (29 €), el primero joven y el segundo con fermentación y crianza sobre lías en barrica nueva casi sin tostar. En su mayoría, procedentes de viña vieja real, pues de las 19 hectáreas que cultivan más de once se plantaron en la primera mitad del siglo XX, y con una elaboración total anual de unas 75.000 botellas de las que en torno a la mitad se venden en nuestro país.

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Alguna de las parcelas propiedad de Gancedo.

Los viñedos forman una especie de herradura alrededor de Quilós (León), repartidos en 74 parcelas con un alto contenido de arenas de cuarzo en su mayoría, aunque algunas son de color rojizo, con alto contenido de arena, y otras más arcillosas.

Por supuesto, dentro de su filosofía no cabe otra cosa que no sea el laboreo manual en todas las fases del cultivo de la viña, que tan solo apoyan con un pequeño tractor de oruga para labrar las parcelas que lo permiten, pues las demás las mantienen con cubierta vegetal que es segada dos o tres veces al año, en función de la lluvia caída (la zona es de unas precipitaciones que rondan los 700 mm./año). Ginés también asegura que “hemos descubierto un nuevo sistema de elaboración”, referido a uno de sus blancos. Y es que Capricho (11 €) pasa directamente del depósito de acero inoxidable a la botella, trasuna fermentación que supera el mes y medio (“una vez han muerto todas las levaduras”, explica). En cuanto a su composición, la godello se completa con un 15% de doña Blanca, combinación que también ha venido utilizando para hacer Herencia del Capricho (90% godello, 10% doña Blanca) “aunque hemos decidido prescindir de la doña Blanca en próximas añadas porque es una variedad oxidativa, no tiene la misma capacidad de guarda que la godello, y en estos vinos con los que buscamos evolución en botella por encima de los diez años esa uva no nos vale”, arguye. Cada uno con sus características, y las obvias diferencias que aporta cada añada, los blancos son sus vinos más interesantes y complejos, por frescos a la vez que sabrosos y expresivos en boca, con unas claras notas amargas que les dan persistencia y una buena acidez que les confiere vivacidad. 

En lo que respecta a los tintos, los tres son monovarietales de mencía, y la máxima selección corresponde a Ucedo para el que Ginés relata que busca microclimas seleccionando parcelas y uvas, y concreta, “uvas diferenciales que aporten mucha fruta, bocas estructuradas y frescas, para un vino que no debe tener sobremaduración pero sí potencia”. En todo caso, las tres etiquetas reflejan el auténtico terruño berciano, si bien es cierto que en algunas de sus añadas más antiguas de Xestal (2003 y 2005) hay madurez y el comportamiento de la barrica adquiere cierto protagonismo. Pero en general son tintos aromáticos, con gran carácter y tipicidad, balsámicos, frescos, y en el caso de Ucedo con atisbos de mineralidad y buenas notas tostadas. 

Más allá de lo dicho, también es obligado apuntar que, en todo caso, y a pesar de la concienzuda selección de uvas que realiza, por el momento Ginés no aboga por vinos de pago sino que sus elaboraciones son mezclas de las que él considera son las mejores uvas, en cada añada, para sus diferentes vinos. Lo de vinificar viñedos por ahora no está en su agenda y realmente es por aquí, con el potencial que asegura tener, por donde debería discurrir el futuro de Gancedo. No obstante, puede que sea cuestión de tiempo conocido el padre de la criatura…