Azpilicueta

INFORMACIÓN DEL VINO

La marca

Gran Sangre de Toro es el hermano ilustrado de una de las marcas más universalmente reconocidas del vino español. Sangre de Toro nació en 1964 y es una de las etiquetas portadora de la gran máxima de Miguel Torres Carbó, padre y abuelo de los actuales titulares de la bodega Miguel Torres y tercera generación de la familia produciendo vinos en Vilafranca del Penedés, que repetía: “Mi sueño es que nuestros vinos sean conocidos y reconocidos por su calidad en todo el mundo”. Se aplicó toda su vida a los dos aspectos de esa máxima: la calidad y el empeño porque la marca Torres estuviera presente en cualquier rincón del mundo casi a cualquier precio. En la actualidad está presente en más de cien países, prueba del éxito de la casa en tal empeño. Sangre de Toro nació en 1954 con la pretensión de ser exponente de las viñas tradicionales del Penedés, que históricamente, antes de la presión de los elaboradores de cava, fueron productoras sobre todo de vinos tintos. Esa presión y los cambios en las tendencias en cuanto a variedades de uva empujaron a los responsables de la bodega a buscar fuera del Penedés las uvas tradicionales básicas del vino, Garnacha y Cariñena, llamada Samsó en muchas de las comarcas catalanas. La geografía vitícola de Cataluña ofrece buenas alternativas para ello y la casa Torres posee viñedos en la mayor parte. En este caso, tanto Sangre de Toro como Gran Sangre de Toro se nutren sobre todo de viñas de Montsant y de Terra Alta. El tránsito era inevitable y desde 1999 los dos vinos salen con el marchamo de la DO Catalunya, una indicación geográfica por la que apostó fuerte el hijo del creador de la marca y actual presidente de la empresa, Miguel A. Torres Riera, que ha destinado a ese sello algunas de las marcas señeras de la bodega, como Viña Sol, De Casta, San Valentín o Coronas, además de estos dos tintos. En el camino, ya en los años sesenta y al igual que se hizo con otras etiquetas de la casa, como Viña Sol o el tinto Magdala, se quiso desdoblar la marca con un vino de categoría superior. Así nació Gran Viña Sol, que sería uno de los primeros tintos catalanes en incorporar una proporción de uva Syrah, tal vez la variedad francesa que mejor se ha aclimatado en las diferentes comarcas españolas.

La cata



vistaVista: Rojo cereza-rubí intenso, con predominio de matices cereza en el seno y apuntes teja poco marcados en el delgado borde. Color escasamente evolucionado que hace pensar en un tinto vivo, en plenitud.

vista Nariz: Finas evocaciones de tinto mediterráneo, evidentes en los recuerdos dominantes de fruta madura, como los tonos de frutas rojas, pero sin los matices pesados de compotas o pan de higo habituales en los vinos de zonas cálidas elaborados con uvas pasadas de madurez. Esa base frutal se enriquece con matices florales (lirios secos, apunte ligero de violeta) procedentes probablemente de la uva Syrah, y minerales (grafito, chispa de pedernal) clásicos de Cariñena. La bien medida crianza, con la presencia de la madera más moderada y mejor gestionada que en etapas anteriores, aporta matices especiados y de maderas curtidas que ensalzan el carácter frutal sin solaparlo.

vista Sabores: comunica sensaciones de frescura poco habituales en esas zonas meridionales de Cataluña, gracias a un conseguido balance entre el alcohol (moderado: 14% vol.) y una bien dispuesta acidez; sensación de vino lleno en el centro, sin huecos ni ausencias de sabores, y con muy moderado toque amargo, provocado por los taninos, en la salida, que completa una buena expresión sápida sin necesidad ser un vino de extraordinaria potencia.

vista Sensaciones táctiles: Tiene cuerpo y cierta sensación carnosa alegrada por la buena acidez en un conjunto equilibrado y de textura fluida; taninos bien domados que, sumados a la presencia del roble de crianza, proporcionan cierto relieve pero no entorpecen el correcto discurrir del vino en la boca, el toque amargo y una ligera untuosidad en la salida alargan la sensación de presencia del vino en la boca una vez digerido.

vista Aromas de boca y posgusto: Amplio y bien engarzado, con sensación de unidad pero muy bien definido en sus sensaciones de fruta y crianza. Reproduce las evocaciones que dominaban la nariz, con el añadido de finas notas balsámicas (monte bajo, hierbas aromáticas) y un toque de tinta. El final es bastante largo, tanto en sensaciones sápidas como aromáticas.

vista Sensación global: No es especialmente complejo en los aromas pero es sugestivo y con una buena cantidad de matices. Da la sensación de vino al mismo tiempo maduro (no tiene puntas) y vivaz (resulta fresco), de amplio espectro comercial (seguro que gusta a casi todo el mundo) y gastronómico.

La evolución

No es necesario esperar a nada para disfrutar del vino. Sale al mercado en muy buen momento de consumo, pero el paso de unos meses en la botella (hasta finales de 2015) va a contribuir a ensamblar aún más las sensaciones de crianza en madera y las leves puntas que se perciben en el paso de boca. Después se mantendrá en buenas condiciones al menos hasta 2017-2018 para iniciar un lento descenso en sus potencias aromáticas y sápidas de otros dos o tres años antes de que pueda ser considerado en franco declive.

El servicio

La temperatura idónea de servicio es de unos 14-15ºC; tras unos pocos minutos en la copa alcanzará los 16-17ºC, que es cuando despliega mejor su fino carácter frutal y quedan en segundo plano eventuales sensaciones de alcohol o de madera que, en todo caso, no son muy acusadas. Hay que evitar que pase de 20ºC porque pierde buena parte de esa presencia frutal. No es necesaria oxigenación previa ni trasiego (no hay por el momento restos sólidos) y tampoco evoluciona de forma ostensible con la aireación en la copa.

La gastronomía

Versátil y cosmopolita, adecuado para muchos tipos de cocina, incluso con elaboraciones especiadas siempre que no se abuse de los picantes. La plancha y la parrilla son un magnífico ambiente para Gran Sangre de Toro, que se desenvuelve con singular soltura ante la parrillada catalana, que integra carnes de aves, conejo, ternera y cerdo, chacinas, hortalizas (incluso el pimiento), o con los singulares calçots con los que despiden el invierno en el sur del Penedés y en otras zonas. Son también buena compañía las cocas, empanadas y pizzas, las aves de corral al horno y rellenas, los pasteles de carne, las carnes blancas y platos como el codillo asado bávaro con su compañía de sauerkraut y kartofen, que no son otra cosa que el chucrut y las patatas bien conocidas de todos. Entre los platos especiados, el cordero magrebí, mejor sin miel, o la refinada cocina libanesa, pero va también con otros más directos, como el bacalao (frito o a la brasa al estilo portugués) o los arroces de huerta o con carne (pollo, costillas). Quesos de leche de oveja o de mezcla, tipo manchego o idiazábal (si es ahumado, que no sea muy intenso).