Madrid.- 25 de octubre de 2010.- RP.- El término BRIC, formado por las iniciales de
Brasil, Rusia, India y China, será clave en lo que ser refiere al futuro del vino español. En
2015 estos cuatro países y Hong Kong se convertirán en consumidores de nada menos
que 75 millones de cajas de vino tranquilo y 11 de espumoso, por lo que estudiar su
comportamiento como compradores de vino internacional es esencial para poder penetrar
en sus mercados.

Por este motivo y para que los bodegueros españoles puedan hacer frente a nuestros
principales competidores vinícolas en esos países (sobre todo Francia y los países del
Nuevo Mundo) el Observatorio Español del Mercado del Vino ha encargado un estudio
a fondo de estos cuatro mercados más Hong Kong, que se presenta como un operador
distinto de China debido a su comportamiento particular y la abolición de impuestos a la
importación de vino desde 2008.

Este es el segundo de los que el Observatorio ha encargado durante este año, tras el análisis
pormenorizado de los quince principales mercados vinícolas dentro de los Estados Unidos.
Se presentó el pasado jueves durante una Jornada en la que participaron, entre otros, el
presidente del OeMv, Félix Solís, su director general, Rafael del Rey, el senior analyst de
la empresa que ha realizado el estudio, José Luis Hermoso, y el consejero económico y
comercial de la Oficina Comercial de España en Pekín, Javier Serra.

Rafael del Rey destacó el interés creciente que están despertando estos estudios en todo el
sector y señaló también como dato importante que las empresas vitivinícolas y la Unión
Europea han invertido 60 millones de euros procedentes de la reforma de la Organización
Común del Mercado del vino para la promoción en países terceros, unos datos que
consideró “esperanzadores” y que son “un camino hacia la internacionalización”.

Cada país, un mundo

La directora de Productos Agroalimentarios del ICEX (Instituto de Comercio Exterior),
Rocío Alberdi, presente durante la rueda de prensa previa a la Jornada, comentó la intensa
labor para internacionalizar el vino en países extranjeros, lo que calificó como un “esfuerzo
enorme” tanto de las Denominaciones de Origen como de los gobiernos autonómicos.
Aclaró que el presupuesto del ICEX se destina principalmente a los países donde los
vinos españoles ya están establecidos, aunque destacó la importancia de estados como el
chino, un mercado con una enorme competencia pero donde existe la creencia de que el
vino es saludable; o el ruso, donde nuestros vinos se exportan a granel y donde habrá que
aprovechar las sinergias del “año español en Rusia” y viceversa, que tendrá lugar en 2011,
para reforzar la presencia de vinos españoles en ese mercado, en el que, además, tiene
especial relevancia el sector de bebidas Premium.

El analista de la empresa encargada de estudiar los mercados BRIC, José Luis Hermoso,
hico un resumen del contenido del estudio y comentó que los consumidores de los países
analizados prefieren, en general, el vino tinto, a excepción de Rusia, que es el tercer
mercado mundial del vino espumoso, y que identifican vino importado con vino de calidad,
aunque apenas tienen cultura vinícola. El consumo de vino se centraliza en las grandes
ciudades y en general carecen de infraestructuras desarrolladas para la comercialización de
productos internacionales.

Señala la importancia que tienen los viajes a estos países para establecer lazos personales
con los importadores y el papel relevante de las puntuaciones de los vinos por parte de los
gurús como Parker.

China, el gigante; Hong Kong, el ejemplo

El país del Sol Naciente es uno de los enclaves más interesantes para el vino español, pues
cuenta con unos 90 millones de consumidores potenciales. La mayor parte del vino que se
consume (90 por ciento) es tinto. A corto plazo no supone competencia para los nuestros
porque sus vinos locales son de mala calidad, pero sí puede convertirse en un competidor a
largo plazo. Hoy día, China es el mayor consumidor mundial de espirituosos y de cerveza y
el próximo año será el primer mercado de vino importado en botella de toda Asia.

En nuestra contra juega que nuestros términos vinícolas, como Tempranillo, Reserva
o Rioja, son mucho más complicados de pronunciar o traducir al chino y, por tanto, de
memorizar, que vocablos franceses como Latour o Lafite.

Sin embargo, Hong Kong se considera un ejemplo importador tras la abolición de los
impuestos a la importación sobre el vino y la cerveza en 2008 y su posición como co- líder
en la compra de vino mediante subastas, por detrás de Nueva York.

La región tiene una cuota de mercado de vino en aumento, se considera un mercado más
maduro que el resto de los asiáticos y su ausencia de reglas favorece el comercio, no solo de
vinos de bajo coste sino también los considerados Premium.

Sin salir de Asia, el panorama más complicado para el vino español es India, que posee un
comercio vinícola colapsado tras años de crecimiento. Apenas entra un millón de cajas de
vino extranjero en el país y existen además altos impuestos para los productos importados.
A ello se suma la falta de infraestructura y la imposibilidad de publicitar el alcohol. Además,
un 65 por ciento de sus habitantes no bebe alcohol nunca.

Brasil y Rusia, mercados difíciles pero prometedores

Brasil, país productor que se sitúa en tercer lugar entre los vinos latinoamericanos,
concentra la mitad de su consumo de vino importado en Sao Paulo, aunque los vinos
españoles están en desventaja frente a los de los países miembros de MERCOSUR, como
Chile o Argentina, y entran en el país con un gravamen del 27 por ciento sobre su precio.
Sin embargo, nuestros vinos se perciben como de calta calidad y el crecimiento de los
restaurantes de prestigio y vinotecas, tiendas y clubes de vino y catas favorece el consumo.
Rusia es el mercado BRIC más golpeado por la crisis económica, aunque sí se bebe vino,
especialmente las mujeres, en una nación donde la bebida más consumida es la cerveza.
Pero en el país estepario la previsión es optimista, pues el consumo del vino crece y
nuestros vinos, aunque están por detrás de los franceses, se sitúan en el cuarto lugar entre
los vinos importados y en crecimiento constante desde 2005.

La crisis ha ajustado el mercado y está llevando también a un ajuste de precios, por lo que
el ratio entre éstos y la calidad es ahora clave para seguir teniendo presencia en Rusia más
allá de los graneles, que los rusos incorporan para mejorar sus productos locales.
El estudio al completo se puede descargar en la página web de la OeMv.