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INFORMACIÓN DEL VINO

Marqués de Cáceres 10

La marca

Marqués de Cáceres es una marca emblemática en la historia del vino de Rioja. Símbolo de la llamada ‘generación del ‘70’, que supuso el despegue de la DOC Rioja y su consolidación como la zona líder del vino tinto español y que fue integrada por una serie de bodegas nacidas poco antes o poco después de 1970, cosecha inaugural de la marca, y caracterizadas por elaborar un estilo de vinos tintos de crianza que, sin embargo, no circulaban por los caminos de Marqués de Cáceres. En esa generación se produjo la entrada en Rioja de algunas multinacionales, la aparición de firmas de notorio tamaño y el desembarco de las grandes casas de Jerez que exploraban la producción y comercialización de vinos diferentes a sus gamas de generosos clásicos. Produjeron vinos de un perfil muy definido, marcados por las crianzas en barricas de roble americano mientras que Marqués de Cáceres, marca de clara influencia francesa por el origen e ideología enológica de su fundador, Enrique Forner, hijo de emigrados que tenía bodega en Burdeos, apostaba por lo que mucho más tarde sería considerado como la modernidad: roble francés y elaboraciones dirigidas a evitar que la madera se apoderase del vino. Con ese estilo, tan distinto de lo que se convertiría en el carril tópico del rioja comercial consiguió enseguida una extraordinaria expansión comercial, no sólo en el mercado español sino también desarrollando una clara vocación internacional. Se convirtió en una de las pocas marcas de vino español con presencia en los mercados internacionales, incluida la propia Francia, donde figuraba en las cartas de no pocos restaurantes, en el capítulo ‘otros vinos’ y casi siempre como único vino español.

La cata



vistaVista: Rojo rubí intenso, con matices cereza en el seno y apuntes teja poco marcados en el borde. Color vivo, aún con algunos matices amoratados de juventud que denotan una evolución lenta y una escasa oxidación.

vista Nariz: Franco, bien definido y bien ensamblado, con marcados rasgos frutales (gamas de frutos rojos maduros y notas de flores azules, como lirio o un delicado apunte de violeta), notas especiadas de moderada crianza, apunte de tinta al fondo. Los rasgos florales y de frutas rojas, junto con el fondo de tinta, son propios de una buena Tempranillo madura; hay notas de frutos silvestres y otras florales (camomila) que pueden proceder de la proporción de Graciano y Garnacha, respectivamente. Apuntes netos de crianza, con notas de canela, maderas blancas (cedro) y un toquecito balsámico (piñones); no aparece la madera nueva. Conjunto con sensación de unidad, sin una gran complejidad aromática pero con gratos matices y atractivo.

vista Sabores: Bien equilibrado, con acidez bien arropada por un cuerpo medio, con potencia suficiente, no destaca ningún sabor desligado. En la boca se confirma la sensación de unidad y de engarce en las sensaciones sápidas que ya manifestaba en la nariz. Apunte amargo de los taninos en la salida que ayuda a prolongar las sensaciones sápidas del final de boca.

vista Sensaciones táctiles: Textura fluida pero no por ello ligero ni abierto, de mediana constitución y centro ligeramente untuoso. Taninos domados por la crianza que dan sensación de cierta tersura pero sin que haya puntas agresivas; tampoco destacan las notas secantes clásicas de la madera de crianza, que está bien integrada en el conjunto de manera que se notan los efectos pero no sale el roble de forma descarada. La buena acidez comunica sensación de frescura y equilibra perfectamente el alcohol.

vista Aromas de boca y posgusto: Bastante amplio para un crianza, con marcados recuerdos de uvas bien maduras (notas clásicas de picotas, ciruelas, zarzamora y frutillos más herbáceos, como la grosella negra –casís- o la endrina) y apuntes florales, notas de crianza, especiados y balsámicos, bien conjuntadas. Final bastante largo, con marcado carácter frutal y especiado.

vista Sensación global: Bien armonizado, conjuntado en sus componentes y con sensación de unidad y frescura. Denota una elaboración cuidada y tiene vitalidad.

La evolución

No es un vino para guardar largo tiempo; parece bastante maduro y sale al mercado bien ensamblado y con los taninos amables. No obstante, el tiempo en la botella puede añadir matices a los aromas frutales y dar un vino más complejo. Es de esperar que se mantenga e incuso mejore ligeramente a lo largo de 2014 y hasta el verano de 2015 para luego ir perdiendo poco a poco potencia aromática, probablemente en un descenso lento de otros dos o tres años antes de acusar de forma ostensible el paso del tiempo.

El servicio

La temperatura idónea de servicio es de unos 15-16ºC; tras unos pocos minutos en la copa alcanzará los 17-18ºC, que es cuando muestra mejor todas sus cualidades. Hay que evitar que pase de 20ºC porque pierde buena parte de la frescura frutal que o caracteriza. No es necesaria oxigenación previa ni trasiego (no hay por el momento restos sólidos), pero no le viene mal una cierta aireación en la copa.

La gastronomía

Es un vino de amplio espectro gastronómico. Va bien con ternera asada y a la plancha, con carne de cerdo de sencilla elaboración (codillo); no le va bien el amargo y el humo de las brasas, que lo desestructuran, ni la grasa de los asados castellanos, para la que tiene poca fuerza. Buen compañero de arroces no demasiado fuertes (bien caldosos y risotos, mal con caza) y legumbres poco cargadas de grasa, todo de pasta y empanadas y pizzas. También los pescados sabrosos, como el bacalao (brandada, frito, pil pil) o el esturión; también rebozados (pescadilla o cocochas a la romana) pero no adobados, por la agresividad del vinagre. Quesos cremosos de leche de vaca, tipo ulloa-arzúa, y de oveja: manchegos y similares (zamorano, ibérico) o idiazábal no ahumado.