La sede social de Hervías, casi totalmente destruida, se empezará a reconstruir “lo antes posible” y “los clientes están recibiendo el vino con normalidad”, tranquiliza el propietario, Ismael Fernández.

.comEl edificio de Señorío de Villarrica antes del
incendio del pasado 6 de noviembre

Madrid, 10 de noviembre de 2011.- RP.- Tan solo cuatro días después del incendio y sin que aún se sepan ni la cuantía de los daños ni si todo el vino que albergaba se ha estropeado, en Señorío de Villarrica ya se mira hacia adelante. Todo el personal que trabajaba en la sede de Hervías, una de las tres con las que cuenta la bodega, ya está reubicado en San Asensio y según uno de los propietarios, Ismael Fernández, “hay trabajo para todo el mundo”, si no en las oficinas, en las labores de viñedo.

El edificio que ardió el pasado 6 de noviembre era el de más reciente construcción y en él se llevaban a cabo, principalmente, las relaciones sociales y con clientes del grupo bodeguero. Se hacían visitas, se recibía a clientes y contaba con un restaurante, además de ser la bodega de su vino top, Delicia de Baco. Este fue el vino más perjudicado por el incendio, pero dado que no se guardaba todo ahí “por cuestiones logísticas”, afirma Fernández, una partida de este saldrá en breve junto al resto de vinos de Señorío de Villarrica. “El botellero de almacenamiento para Delicia de Baco no ha ardido”, confirma el bodeguero, “pero aunque hay que analizarlo para ver en qué estado está el vino, lo más probable es que no se utilice nada de lo que reposa allí”.

Casi toda la producción vinícola de Señorío de Villarrica, en torno al 90 por ciento, se mantiene intacta en los otros dos edificios de la bodega, situados en San Asensio. Tras esta “mala racha” de días tras el incendio, los clientes, asegura Fernández, están recibiendo el vino con total normalidad. Tampoco han sufrido daños los seis viñedos de su propiedad, incluido el terreno anexo a la bodega incendiada.

Aunque aún no habla de fechas porque tanto la compañía de seguros como la policía siguen trabajando en la zona y no se sabe si habrá que derrumbar completamente una de las partes de la bodega porque corre peligro de hundimiento, Fernández asegura que quieren comenzar a reconstruir “enseguida” para que en un plazo máximo “de un año y medio o dos años” el edificio vuelva a estar como antes. Será exactamente igual, afirma, “porque nos gustaba mucho ese edificio y nos encantaba trabajar ahí”. Además, era el de más reciente construcción, y llevaba tan solo cuatro años funcionando como sede social y elaborando vinos.