Antes de entregas centradas en las celebraciones que casi ya tenemos encima, un vistazo a algunas elaboraciones blancas que he catado en los últimos meses, con estreno riojano incluido. Vendrán otras, por suerte no paran de crecer y aparecer. Porque que los blancos van ganando prestigio, defensores y consumidores.

probando-noviembre-horizontal-1Esta selección comienza con dos vinos procedentes de la localidad toledana de Manzaneque, en los Montes de Toledo. Bodegas Tierras de Orgaz, con el asesoramiento del enólogo Ignacio de Miguel, tiene en el mercado Mernat y Bucamel, ambos con contraetiqueta de Vinos de la Tierra de Castilla. Propietarios de 36 hectáreas de viñedo, están divididas en seis parcelas en la que tienen chardonnay y viognier, como variedades blancas, junto a  las tintas tempranillo, cabernet sauvignon, syrah y petit verdot. Mernat blanco 2017 (11 €), es un viognier, de uvas situadas a una altitud de 850 metros, sobre suelos de gravas, arenas y piedras calizas, que ha tenido una crianza en depósitos de acero inoxidable con sus lías. De color amarillo pajizo verdoso, tiene una nariz limpia y expresiva en la que destacan aromas de fruta de hueso (albaricoque, melocotón) y recuerdos florales y herbáceos frescos. Sabroso, equilibrado, sensación untuosa y golosa en el paso, y final frutal con toques cítricos. Bucamel blanco 2016 (16 €) es un monovarietal de chardonnay, con fermentación en roble francés y crianza de seis meses con sus lías. Se muestra amarillo dorado intenso con reflejos verdosos. En nariz aparecen aromas de fruta madura, notas melosas y de bollería, finos herbáceos y fondo mineral. Equilibrado, con viva acidez, paso glicérico, cierta amplitud y final con carácter frutal.

Seguimos en tierras castellano manchegas, en este caso en la provincia de Cuenca (Monreal del Llano) donde la  familiar Mont Reaga abre sus puertas hace quince años. En una finca de 130 hectáreas, con viñedos y cultivo de cereales, elaboran varios vinos de entre los que traigo BLANCO de Mont Reaga 2016 (14,99 €), un sauvignon blanc con cinco meses de crianza, que sale también como VT Castilla. A la vista de un intenso amarillo dorado, resulta intenso en nariz, con una destacada presencia de los aromas de la barrica (tostados, vainilla) a los que acompañan notas de fruta exótica y tropical (mango). Untuoso, con justa acidez y reproduciendo en su paso los aromas de la barrica.

Ollo de Galo Godello 2017 (15 €) es un joven sin crianza que llega  desde un proyecto personal asentado en el Bierzo, aunque este vino sale al amparo de la DO Valdeorras, donde se elabora. Álvaro Vidal y Ada Prada es la pareja al frente del proyecto, en el que incluyen un tinto de mencía, éste sí berciano, D2. “Ollo de Galo” es amarillo pajizo verdoso, con una nariz limpia y fina de aromas de fruta blanca bien madurada, florales, notas cítricas y sutiles hierbas aromáticas; fondo ligeramente mineral. En boca es equilibrado y fluido, sabroso, fresco, con un paso frutal y untuoso y una limpia e intensa vía retronasal.

De Rías Baixas, dos últimas añadas de Pazos de Lusco (bodega de González Byass) y Pazos de Señorans. El primero es Lusco Albariño 2017 (12 €), con cinco meses de crianza sobre lías, dorado con reflejos alimonados. Limpio y de buena intensidad, aparecen aromas de fruta madura y cítrica (melón, pomelo), florales, notas herbáceas y recuerdos de frutos secos. Equilibrado, frutal, con frescura y sensación cítrica en el paso de boca. Respecto a Pazo Señorans Colección 2014 (19 €), la cuarta añada de esta elaboración, es otro albariño con crianza sobe lías en acero inoxidable. Amarillo pálido a la vista, tiene una nariz fina y compleja, presenta aromas de fruta de hueso (albaricoque), agradables notas cítricas y de finas hierbas aromáticas, junto a nobles recuerdos de su crianza sobre lías. Con cuerpo y volumen, equilibrado, sabroso, fresco, de paso frutal con recuerdos salinos y cítricos de la variedad. Final largo y persistente.

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La novedad pertenece a la híper conocida firma riojana El Coto de Rioja. Se trata de un chardonnay fermentado en barrica procedente de la finca que le da nombre y de viñedos a la altitud que también recoge, 875 m Finca Carbonera 2017 (9,75 €). En el pueblo de Bergasa, donde se localiza dicha finca, han construido también la nueva bodega destinada en exclusiva a la elaboración de blancos “diferentes”, aseguran. En la copa, con un color amarillo dorado, se perciben aromas de fruta blanca y tropical, especiados (vainilla), claros recuerdos de su contacto con la barrica y notas florales. Con amplitud en boca, domina su untuosidad y amabilidad, mantiene frescura y carácter frutal. Habrá que seguir su evolución en botella.

No abandono Rioja para rescatar uno de los vinos de la colección “Tributo a la Tempranillo” de la bodega Rioja Vega, Rioja Vega Colección Tempranillo Blanco 2017 (12 €), con fermentación en barrica y crianza en roble francés sobre lías durante seis meses. Amarillo pajizo a la vista, tiene una nariz fina con aromas de fruta tropical, recuerdos de flores blancas y hierbas aromáticas. Amable, untuoso, frutal, compensado por una viva acidez y toque cítrico agradable. Paso fino. Y otro riojano, Finca la Reñana Viura 2017 (18 €), de Bodegas Luis Alegre, de su finca en Laguardia. Un blanco de viura de unos 85 años, a 650 metros, con un 10% de malvasía, que ha permanecido 8 meses sobre sus lías en barrica. Amarillo pajizo verdoso, brillante. Con franqueza en nariz, se observan aromas cítricos, especiados (vainilla), tostados y notas de panadería. Equilibrado en boca, fresco, sabroso, con un paso untuoso y frutal. Expresivo y de buena longitud.

Para terminar, los dos vinos que firma Eduardo Peña en Ribeiro, María Andrea 2017 (8 €) y Eduardo Peña 2017 (10 €). Bodega con 13 años de historia en la zona, localizada en la parte occidental de la provincia de Orense, con 8 hectáreas de viñedos a una suave altitud de 250 metros. El primero, María Andrea, un coupage de treixadura, albariño y loureira, presenta un tono pajizo verdoso. Nariz intensa y de buena expresión varietal, en la que se perciben aromas de fruta blanca, recuerdos herbáceos y minerales. Equilibrado, frutal, fresco y untuoso en la boca, con persistencia aromática. En cuanto a Eduardo Peña, nace de una combinación de treixadura, albariño, godello, lado y loureira, trabajadas con sus lías y fermentación en barricas europeas de 300 litros. Amarillo pálido a la vista, es un vino fino y franco. Muestra aromas frutales (manzana, pera), florales y de hierbas aromáticas como (laurel y tomillo); ligera sensación almibarada. En boca resulta carnoso, sabroso, con un paso dominado por los aromas frutales (fruta carnosa y de hueso), con una adecuada acidez y un final intenso con sensaciones cítricas y herbáceas agradables.