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Y después del covid-19 ¿qué?

 Imagino que estarán ustedes hasta la coronilla de oír hablar del coronavirus hasta en la sopa; que si miles de muertos, hospitales saturados, regiones en cuarentena, la población encerrada en sus casas, expansión de la pandemia como una mancha de aceite, etcétera. Pero todavía no he visto u oído ningún trabajo sobre las consecuencias económicas de este desbarajuste.

El día que el Gobierno decretó el Estado de Alarma, mi mujer fue a comprar el pan a una confitería que hay al lado de casa (la panadería que está enfrente ya estaba cerrada) y la chica le dijo “Le he preparado a tu marido un frasco de bombones de licor porque serán los últimos que hagamos hasta Dios sabe cuando. No vendemos ni una escoba, así que cerramos hasta nueva orden”. Eso en un pequeño comercio de un pueblo minero como Mieres. No quiero pensar lo que habrá en Madrid. ¿Cómo resistirá un empresario estar durante tres o cuatro meses sin facturar?, Un negocio cerrado es un chorreo de dinero, aunque solo sean los alquileres y gastos de comunidad.

Pero hay algo más gordo aún, y es que el Estado se ha comprometido a pagar los salarios a través de la Seguridad Social. ¿Cuántos cientos o miles de millones de euros puede suponer pagar todos los sueldos del país durante meses? No puedo calcularlo, pero la cifra debe ser de vértigo. Tanto que vaticino la quiebra del sistema, el hundimiento del Tesoro público. Ahí sí que vamos sufrir una pandemia, pero de hambre.

La hostelería y todo lo relacionado con el turismo, primer recurso económico del país, han caído. Hoteles, bares, restaurantes, fast-foods, etcétera, han echado la cancela. Recuerdo que, cuando tenía restaurantes, cerrábamos en verano porque Madrid se quedaba vacío, pero es que tardaba tres o cuatro meses en volver a normalizar las cuentas, porque el cierre había costado una fortuna. Y eso era un solo mes. Imaginen lo que va a pasar ahora que pueden quedar así cuatro o cinco. Me temo que muchos, por no decir la mayoría, ya no abrirán nunca.

Un amigo mío que tiene una tienda de muebles, cerrada por orden gubernamental, me decía: “He cerrado cuando me ha llegado la orden, pero lo hubiera hecho igual porque no me entraban ni las arañas. Las fábricas con las que trabajo me llamaban sin parar para hacerme ofertas catastróficas porque están cerrando por inactividad”.

Un sector que no he pulsado es el nuestro, el mundo del vino, pero me imagino que andará patas arriba, porque sin hostelería ni consumo que no sea el de supervivencia, no venderán ni un chato.

Y así en todos los sectores, zapaterías e industrias productoras, joyerías, talleres de automóviles, tiendas de alimentación, imprentas, librerías, tiendas e industrias de textil y confección, y así hasta cubrir toda la actividad empresarial y laboral del país. Los que deben estar haciendo el agosto son los de comida congelada a domicilio, como Bofrost, porque es la forma más cómoda de comer variado, respetando las normas de aislamiento.

Pero esta locura no solo afecta a España, sino a medio mundo, esa mitad que nos incumbe, porque poco nos importa si Corea del Norte se mantiene en pie. De hecho quizá sean los sistemas comunistas los que puedan afrontar este caos.

Y para poner una guinda, coincide con que tenemos a los dirigentes más nefastos de la historia, porque si el Sánchez es una calabaza, no sé qué podemos decir del Trump. Ese pelo de estropajo que llegó a decir que esto del Covid era un cuento, como lo del calentamiento global. Y lo más trágico es que, si se presentase a nuevas elecciones, las ganaría. Los yanquis deben ser tan cretinos como los catalanes, que tienen gobernantes que los están engañando y abrasando, y siguen votándoles. ¡Qué ruina!

¿Soluciones? Ya me gustaría poder aportar una, aunque fuese mala, pero es como el que se tira de una avioneta sin paracaídas, la bajada será trágica, pero la llegada… No creo que estas medidas de contención sean eficaces, de hecho, si sopesamos los pros y los contras, yo creo que han sido catastróficas, porque no piensan en “Y después del Covid-19 ¿Qué?”.

Creo que los gobiernos occidentales deberían ponerse manos a la obra antes de que sea tarde. Para evitar esa catástrofe sí hay medidas que tomar, pero hay que hacerlo de forma inmediata, luego será tarde.

Carpe diem.

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