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INFORMACIÓN DEL VINO

Altos ibericos

La marca

Altos Ibéricos es por el momento la única marca de la filial de Miguel Torres en Rioja. La gran casa de Villafranca del Penedés recoge una tradición de la familia Torres de más de trescientos años como cultivadores de viñedo que se refleja en sus casi 2.500 hectáreas de viñedo propio, el ochenta por ciento en diferentes zonas de España y el medio millar restante en sus filiales de California (Marimar Estate) y Chile; en el exterior participa en una tercera bodega, en China. Torres elabora vinos en ocho denominaciones de origen (Catalunya, Conca de Barberá, Costers del Segre, Penedés, Priorato, Ribera del Duero, Rioja y Rueda) y tiene presencia vitícola en otras dos (Jumilla y Toro). Miguel Torres fue fundada en 1870 y en la actualidad están al frente de la casa la cuarta y la quinta generación de bodegueros de la familia. Miguel A. Torres, actual presidente, y sus hermanos, Marimar y Juan M. Torres, vicepresidentes, protagonizaron la etapa de la gran expansión de la casa, primero en las filiales de Chile y Estados Unidos y en las diferentes comarcas catalanas, y después en otras zonas españolas. La puesta en marcha de Selección de Torres (Ribera del Duero), en 2003, fue el pistoletazo de salida de la expansión de la firma fuera de las fronteras catalanas. Dos años después el turno fue para Rioja. En 2005 la familia decidió abrir camino en la más prestigiosa de las zonas productoras españolas y eligió Labastida, en la zona occidental de Rioja Alavesa. En contra de su costumbre, en este caso no cuenta con viñedo propio sino que se aprovisiona en viñedos viejos de cosecheros del entorno. Sí cuenta con una moderna bodega, construida con criterios de integración en el paisaje y de sostenibilidad, con la mitad de la energía necesaria producida por medios propios. Las instalaciones riojanas de Torres están a las afueras de Labastida, en un paraje conocido como el Alto del Otero, del que se ha tomado la marca Altos Ibéricos. En el vino se ha optado por la fidelidad al carácter de la zona, pero con la intención de limitar la presencia de los rasgos propios de la crianza en barrica para resaltar los peculiares rasgos frutales de la Tempranillo alavesa. Catamos la séptima cosecha de esa marca, la única por el momento que se elabora en la bodega. Con esta cosecha se ha estrenado una nueva imagen y también un cierto cambio en el estilo de un tinto que puede ser definido como clásico actualizado.

La cata



vistaVista: Rojo rubí de buena intensidad, con vivos tonos cereza en el seno de la copa y rubí en el borde, con un ligero apunte teja desarrollado en la crianza. Aspecto excelente de tinto moderno poco evolucionado.

vista Nariz: Directo, fino, bien expuesto y atractivo, aunque no demasiado potente. Destacan los aromas frutales propios de uvas Tempranillo bien maduras: recuerdos de frutas rojas y frutos silvestres, como grosellas y zarzamoras bien maduras. Ese carácter frutal está matizado pero no interferido por recuerdos de crianza (especiados) en los que se distinguen los rasgos de roble americano (coco) y francés (piñones). Hay también en el fondo recuerdos de monte bajo y de tinta.

vista Sabores: Un gran equilibrio acidez-alcohol proyecta una silueta de unidad en el paso de boca, sin huecos. Tiene una buena potencia de sabores, con un ligero tono amargo que, unido a la persistencia aromática, prolonga las sensaciones en el final de boca.

vista Sensaciones táctiles: De cuerpo medio y textura fluida, no le falta consistencia ni energía. Sensación ligeramente carnosa en el centro, buena acidez que lo hace fresco y taninos de fruta bien madura que no son astringentes y le dan relieve y sensación de vitalidad. La madera de crianza se deja ver (está en fase de asimilación, se redondeará en unos pocos meses) sin entorpecer el discurrir del vino en la boca.

vista Aromas de boca y posgusto: También en las fases aromáticas se dejan ver los reconocible aromas de crianza en barrica (especias como vainilla y canela, balsámicos, toque de coco, maderas blancas) pero el carácter dominante lo aporta el fino recuerdo de uvas bien maduras, con evocaciones de frutas rojas y frutos negros y los tonos de tinta y monte bajo que se imponen en un final bastante largo.

vista Sensación global: Un crianza bien perfilado, reconocible como rioja y de trago largo y amable pero con prestaciones superiores a las de la mayor parte de los crianza comerciales habituales.

La evolución

No es un vino de muy larga vida, pero en el momento de la cata está todavía en una fase de progresiva maduración y asimilación de los recuerdos de la crianza. Esa fase se prolongará durante unos pocos meses, tal vez hasta la primavera de 2015, y los tonos de madera darán paso a otros de especias como la canela y notas de hoja de tabaco que ahora apenas están insinuadas; probablemente se incrementará su potencia aromática y se fundirán más los taninos. Después se mantendrá estable durante un tiempo que, en buenas condiciones de conservación, se puede estimar entre dos y cuatro años.

El servicio

La temperatura idónea de servicio es de unos 15-16ºC; tras unos pocos minutos en la copa alcanzará los 17-18ºC, que es cuando muestra mejor todas sus cualidades. No es recomendable dejar que sobrepase esa temperatura para apreciar en todo su esplendor el fino carácter frutal; a mayor temperatura se hará más patente el alcohol y éste impulsará las sensaciones de crianza. No es necesaria oxigenación previa ni trasiego; no hay por el momento restos sólidos y el vino muestra sus rasgos inmediatamente, sin necesidad de aireación.

La gastronomía

Adecuado con una amplia gama de elaboraciones culinarias, es casi un todoterreno en ese sentido. Va bien con una parrillada en la que la carne (cordero, churrasco, panceta de cerdo, incluso conejo) esté acompañada de hortalizas (pimiento, tomate, ajos tiernos, espárragos verdes) y chacinas (no demasiado fuertes). Los arroces (sobre todo al horno pero también negro) y la fideuá, la pasta con carne (canelones) y las empanadas (de hojaldre con ternera o atún) tienen también buena compañía en este tinto, igual que el codillo asado al estilo de Baviera (no con el clásico cocido, por culpa del chucrut). Altos Ibéricos es también buen complemento de productos cocinados a la plancha, como las suculentas piezas de cerdo ibérico fresco. En lo que se refiere a quesos, se puede terminar la comida y el vino con quesos de oveja no demasiado curados y con los de pasta fermentada, tipo camembert, que son un punto demasiado aromáticos pero combinan bien con el queso en la boca.