Buenas noticias en las exportaciones de vinos españoles: los vinos de la gama más alta, los embotellados con denominación de origen se vendieron mejor en 2002 a pesar de que también se vendieron más caros. La crisis no se nota en los vinos de calidad, aunque sí afecte a los de las gamas más bajas.

Desde hace años, el consuelo frente al descenso general en el consumo de vino que se está produciendo en España ha sido el aumento de las ventas de vinos de calidad (al menos teórica), es decir, de vinos con denominación de origen. Bebemos menos, pero bebemos mejor. Ha sido el axioma durante bastante tiempo y lo sigue siendo.

La favorable y espectacular evolución hacia la calidad de la mayor parte de las zonas españolas ha dado sus frutos y, con mayor o menor presencia, con mayor o menor dificultad, se constata que los vinos de calidad de cualquier procedencia encuentran siempre una salida comercial. Ocurre que en muchas ocasiones los productores siguen aplicando aquel otro axioma de que “el buen paño en el arca se vende”, una filosofía que ha hecho mucho daño a la expansión de los productos españoles.

Sin embargo, un proceso que ha corrido paralelo, aunque con algún retraso, a la renovación tecnológica y cualitativa de los vinos españoles ha sido la mejora de las estructuras comerciales de muchas bodegas. La situación no es la mejor de las posibles, pero ya son muchos los que cuentan con una adecuada distribución en el ámbito doméstico y desarrollan un departamento específico dedicado a los mercados exteriores.

Las bodegas miran al exterior
Los grandes grupos y las bodegas de gran tirada cuentan con ellos desde hace tiempo. En los últimos años, las firmas modestas también se van dando cuenta de la importancia que tiene salir a los grandes mercados donde se mueven las marcas, las bodegas y las zonas productoras de la gama alta de calidad y prestigio. Algunas de las firmas que se han instalado entre los vinos que cuentan aún han podido comprobar que algunos buenos paños se pueden vender en el arca, pero han de ser excepcionalmente buenos y muy personales. Los más listos, no obstante, no descuidan la labor comercial ni en el interior ni en el exterior.

Antes o después, esa actitud positiva tenía que traducirse en un incremento de las ventas, tanto en el mercado doméstico, como, sobre todo, en la exportación. Los vinos de calidad españoles han comenzado a adquirir prestigio consistente en el exterior y un puñado de marcas se codean con los mejores vinos del mundo en las clasificaciones de los popes internacionales.

Son la vanguardia de una marca colectiva, el concepto genérico “vinos de España”, que poco a poco va tomando importancia. El proceso es largo, pero ya se cosechan algunos éxitos, como la consolidación del vino español en algunos mercados (en Suecia es el vino más vendido, por delante incluso de Francia). Paso a paso, el vino español en el mercado internacional va saliendo se su cauces habituales de los graneles y de los segmentos bajos de precios. Ese mito de la imbatibilidad de los vinos españoles en eso de la relación calidad-precio se viene abajo sin gran dificultad y, afortunadamente, vamos teniendo otras cosas que ofrecer que unos precios competitivos.

Los últimos datos, las estadísticas de exportaciones de 2001 de la Dirección General de Aduanas, recientemente difundidos por la Federación Española del Vino, traen buenas noticias en ese sentido. A pesar de la crisis, 2001 fue un buen año para el vino español de calidad. En general no se puede decir que fuera un mal año, con un incremento del 1,07 por ciento del valor de nuestras exportaciones de vinos con relación al año anterior (algo más de 1350 millones de euros en el cómputo global), a pesar de que en volumen se descendió en un 2,31 por ciento (quedó en 959,38 millones de litros de vino). El precio medio de venta un litro de vino español con destino a la exportación fue en 2002 de 1,41 euros frente a 1,36 en 2001.

Embotellados más caros
Los buenos resultados de los vinos de calidad, es decir, de los vinos con denominación de origen, y en particular de los embotellados, son el único sustento de esas buenas cifras. Prácticamente todos los demás capítulos ofrecen saldos negativos tanto en volumen de vino exportados como en su precio, lo que demuestra que no siempre la rebaja en los precios se traduce en mayores ventas. Y es que siempre hay alguien que puede vender más barato. La calidad, según los datos, es la única garantía.

Las singulares clasificaciones de la Dirección General de Aduanas ofrecen los datos en varios apartados. Se discriminan los vinos tranquilos, con cuatro capítulos dedicados respectivamente a vinos con denominación de origen a granel y embotellados y vinos de mesa, también a granel y embotellados. La clasificación se completa con vinos espumosos, vinos de licor y vinos de aguja. Con la única excepción de los vinos de aguja, todos los vinos embotellados, tanto los vinos de mesa como los de denominación de origen, los espumosos y los vinos de licor, arrojan saldos positivos en casi todos los parámetros. Los datos negativos se acumulan en los vinos vendidos a granel.

Entre enero y diciembre de 2002 se exportaron 245,4 millones de litros de vino con denominación de origen embotellado, lo que supuso un incremento del 2,19 por ciento con respecto a las exportaciones del año anterior. El valor de esas botellas fue de casi 697 millones de euros, un 4,99 por ciento superior al total de 2001, con un precio medio de 2,84 euros por litro, lo que supone un incremento del 2,74 por ciento sobre los 2,76 euros de 2001.

En los graneles con denominación de origen no se dieron tan bien las cosas como en los embotellados. Aunque el volumen de vino exportado creció el 1,24 por ciento (67,8 millones de litros), lo hizo a costa de bajar su precio medio en un 10,82 por ciento (se situó en 0,59 euro el litro, siete céntimos menos que en 2001). La facturación total de las bodegas españolas en este capítulo fue de unos 39,89 millones de euros, un 9,72 por ciento menos que el año anterior.

Vinos de mesa: crecen los embotellados
En los vinos mesa ocurrió algo similar. Los embotellados crecieron en sus ventas en un 7,13 por ciento y superaron los 175,7 millones de litros. Sin embargo, su precio medio bajó un 10,55 por ciento y quedó en 75 céntimos de euro (en 2001 fue de 84 céntimos), lo que supuso unos ingresos totales de algo más de 132 millones de euros, un 4,17 menos que en 2001. En los graneles se perdió un 12,29 por ciento en volumen (342,74 millones de litros frente a 390,35), nada menos que un 14,5 por ciento en valor (119,85 millones de euros) y el precio medio pasó de 0,36 euros en 2001 a 0,35 en 2002.

Los otros tres capítulos, espumosos, vinos de licor y vinos de aguja tuvieron comportamientos diferentes. El mejor fue el apartado de los generosos, que crecieron un 2,61 por ciento en volumen (35,16 millones de litros), un 3.1 en valor (105,3 millones de euros) y también su precio medio creció: alcanzaron los 2,99 euros por litro, un 0,48 por ciento más que en el ejercicio anterior.

Los vinos espumosos vendieron un 9,3 por ciento más, rozando los 87 millones de litros, pero fue a costa de bajar sus precios en un 5,76 por ciento: el precio medio de un litro de espumoso en la exportación fue de 2,9 euros, frente a los 3,08 de 2001. Sus hermanos menores, los vinos de aguja subieron su precio medio nada menos que en un 25,91 por ciento, pasando de 53 a 67 céntimos de euro por litro. Eso se tradujo en un incremento de los ingresos en un 11,37 por ciento, lo que significó una suma total de 3,98 millones de euros. La consecuencia fue un descenso equivalente en la cantidad de vino vendido: 5,93 millones de litros, un 11,54 por ciento menos que en 2001.

La valoración conjunta del comportamiento de las exportaciones de vino español en 2002 puede ser considerado positivo, sobre todo si se tiene en cuenta que no fue un año especialmente brillante en cuanto a alegrías económicas. Además, supuso una recuperación de las ventas tras el descenso espectacular sufrido como consecuencia del aumento general del precio del vino experimentado en el cambio de siglo.

Se puede deducir que se mitiga la incidencia que el precio del vino ha tenido siempre en nuestras exportaciones, al menos en lo que atañe a los vinos de calidad embotellados, es decir, la gama más alta. Hay buenos datos en el capítulo de los vinos licorosos (los generosos andaluces y toda la rica gama de dulces) y no tanto en el de los espumosos, que mantienen ventas a costa de bajar aún más los precios. Los cavas y otros espumosos no salen de la dinámica de precio barato que tan poco le favorece en cuanto a imagen de calidad. Todo lo contrario que en los vinos tranquilos con denominación de origen, que demuestran que la calidad puede llegar a vender más y mejor.

Bebemos menos, pero bebemos mejor. Ha sido el axioma durante bastante tiempo y lo sigue siendo.

Un proceso que ha corrido paralelo, aunque con algún retraso, a la renovación de los vinos españoles ha sido la mejora de las estructuras comerciales de muchas bodegas.

Paso a paso, el vino español en el mercado internacional va saliendo se su cauces habituales de los graneles y de los segmentos bajos de precios.

Siempre hay alguien que puede vender más barato. La calidad, según los datos, es la única garantía.

Los vinos embotellados arrojan saldos positivos en casi todos los parámetros. Los datos negativos se acumulan en los vinos vendidos a granel.

Se mitiga la incidencia que el precio del vino ha tenido siempre en nuestras exportaciones, al menos en lo que atañe a los vinos de calidad embotellados.

Los cavas y otros espumosos no salen de la dinámica de precio barato que tan poco le favorece en cuanto a imagen de calidad.

Fecha publicación:Abril de 2003
Medio: TodoVino