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INFORMACIÓN DEL VINO

Tío Pepe

La marca

La imagen del Tío Pepe, la botella vestida de corto, con chaquetilla roja, guitarra española apoyada en el costado y sombrero también rojo terciado, es seguramente el icono más conocido del vino español en todo el mundo. En España es el sinónimo del jerez y su formidable fuerza comercial ha hecho que oscurezca cualquier otro de los tipos del vino de Jerez, a pesar de que el fino, salvo esta marca excepcional, es un producto de consumo sobre todo nacional y el jerez comercial internacional es el que responde a las indicaciones cream y médium, el oloroso abocado, ‘cortado’ con aportación de vinos dulces, sobre todo de Pedro Ximénez. La marca hace referencia a don José González Ángel, tío del fundador de González Byass, un experto en vino fino en todos los sentidos, tanto en su elaboración y crianza, en la que aconsejaba a su sobrino, como en su consumo en jolgorios y fiestas, para lo que contaba con un roncón reservado en la bodega del barrio alto de Jerez. Una bodega que creció hasta convertirse en todo un barrio, con vías del callejero jerezano en el interior del recinto, pero insuficiente de todas formas para la producción de la bodega, que cuenta con una fea ampliación junto a los cascos tradicionales de bodega y otra instalación más moderna en las afueras de Jerez. Tío Pepe es la marca líder del fino jerezano y, a pesar de su gran producción y de su adecuación a los gustos actuales (es más pálido y hace años que se bajó su graduación de los 16,5º clásicos a los 15 actuales en casi todos los finos), se mantiene como el prototipo de los mejores vinos envejecidos por influencia de las levaduras de flor, que cubren la superficie del vino y consumen ácidos y azúcares y aportan su carácter único en el mundo. Una auténtica joya enológica a un precio realmente increíble.

La cata



vistaVista: Amarillo pajizo con pálidos tonos dorados, perfectamente transparente. Mediante las técnicas modernas de filtración se obtienen colores más pálidos que los tradicionales pero a cambio se dice que pierden aromas. Las diferencias se pueden constatar si se consigue una de las escasas botellas que salen al mercado de Tío Pepe en Rama, embotellado directamente desde la bota, sin filtrar.

vista Nariz: Amplio y muy elegante de enorme finura. En los vinos finos, y en general en los vinos generosos andaluces, con la excepción delos dulces de pasas, no se busca el carácter frutal (de hecho, se valora negativamente como propio de un vino de corta crianza, un medio tapón en la expresión clásica). En este caso prima el carácter conferido por acción del velo de flor, la capa de levaduras que flota en la superficie del vino, una especie de nata de grosor variable, color gris pálido y textura granulosa, que tiene un aroma de hidrocarburos y marismas. En el vino se perciben recuerdos de esas levaduras, con apuntes de yodo y delicadas notas de brea, junto a recuerdos de almendras crudas. Da sensación de vino penetrante sin ser balsámico y sin que destaque el alcohol, con lo que responde a lo que en la terminología jerezana se designa como punzante.

vista Sabores: Muy seco, con el alcohol tan perfectamente conjuntado que no se permite siquiera la impronta dulce de entrada; tiene un claro componente ligeramente salado que llena el centro de la lengua y no hay acidez, síntoma de gran finura; un toque amargo, también deseable en el fino, alarga la sensación final. Los salados y los amargos confieren sensación de rotundidad y permanecen bastante rato una vez ingerido el vino.

vista Sensaciones táctiles: Sedoso, tiene un tacto acariciante y una textura fluida, con sensación de ligereza pero sin huecos y sin punta; a pesar de su corta acidez sorprende la perfecta conjunción de un grado alcohólico notable tan solo en la etiqueta a pesar de sus 15 grados.

vista Aromas de boca y posgusto: Amplio, expresivo, con las mismas sensaciones de la nariz pero tal vez incluso incrementadas en su potencia y en su definición; además, los aromas de boca permanecen largo rato, lo mismo que los sabores.

vista Sensación global: Excelente calidad acompañada de una gran fidelidad al carácter tradicional de un vino fino.

La evolución

Se han mejorado mucho las elaboraciones y los clásicos tapones de cabezuela, integrados por un corcho, más bien corto, de calidad discutible (a pesar de lo cual no se conoce una contaminación por corcho en los vinos generosos andaluces) y recortado en el borde que debería hacer el cierre, pegado a una pieza de plástico, Un tapón diseñado para que permita tapar y destapar la botella con facilidad pero sobre el que pesan serias dudas sobre su capacidad para conservar el vino durante mucho tiempo. Las mejoras en los tratamientos y unos tapones con mejores cualidades permiten salvar aquella leyenda urbana sobre los finos poco viajeros, que se alteraban supuestamente en el transporte. Ese prejuicio no tiene fundamento alguno, pero no son vinos que evolucionen favorablemente en la botella. Su plazo consumo adecuado no pasa de un año (bien conservado se alarga hasta el año y medio), aunque la frescura y amplitud óptima está en los primeros seis meses. Tío Pepe es una de las pocas marcas que indican en la contraetiqueta la fecha de embotellado, una buena defensa para el consumidor.

El servicio

Las bodegas andaluzas no olvidan nunca indicar en sus etiquetas que se sirva el fino ‘muy frío’ y algunas veces en bares y restaurantes son tan obedientes a tal indicación que lo sirven casi pilé. No es recomendable servir por debajo de los 6ºC porque se atenúan en gran medida sus cualidades aromáticas. A cambio, son temperaturas que permiten un trasiego notable de un vino tan grato. El fino se expresa como debe entre 6 y 8 grados, incluso hasta 10. Absolutamente desaconsejables los catavinos comerciales que aún sobreviven en tantos bares; mejor una copa buena de vino blanco que permita la expansión de los aromas.

La gastronomía

Es un aperitivo extraordinario, pero es aún mejor a lo largo de toda una comida, sobre todo en compañía de productos del mar. En el aperitivo o la entrada, van perfectos los mariscos, sobre todo de la familia de las gambas, pero también los yodados y en esa línea son un descubrimiento las típicas ortiguillas, algas marinas que se preparan rebozadas y fritas. Todas las frituras (de pescados, de aves, de ternera) parecen hechas para el fino, que aguanta bien productos agresivos como los espárragos y las alcachofas. Pero donde da el do de pecho es en el plato principal, con todos los pescados, en especial con los pescados azules (atún en todas sus variantes, melva, caballa, sardinas), con arroces y guisos marineros y con las olvidadas y excelentes conservas finas de pescados y mariscos. Sin olvidar las chacinas de cerdo ibérico, incluidas las que tienen pimentón aunque van mejor con un amontillado, y otras de cerdo blanco, como la familia de los salchichones y fuets catalanes. Se lleva peor con los ahumados fuertes pero va bien con los suaves del salmón, de ciertas salchichas alemanas o de un buen salami italiano.