En un tiempo en el que la palabra crisis suena en todos los ámbitos vinícolas, no faltan las voces optimistas. Los productores de los vinos españoles de elite no han notado la crisis. En todo caso, notan el crecimiento de la competencia en el segmento de los vinos de la más alta calidad.

Fernando Gurucharri, presidente de la Unión Española de Catadores, suele decir que “los vinos no son caros, lo que pasa es que ganamos poco”. Esa parece ser también la opinión de los autores de algunos de los mejores vinos que se están elaborando en España. De acuerdo con sus declaraciones, la crisis no ha afectado de forma importante a los vinos de las gamas más altas. La calidad parece que se defiende mejor en épocas difíciles que los vinos que luchan con el precio como principal argumento.

La cuestión está en el aire en muchos estamentos: a partir del ambiente de crisis que se respira, algunos se plantean si se terminó la época dorada del vino que se ha vivido en los últimos años. En VIANDAR quisimos profundizar en ese asunto y para ello nada mejor que preguntar a los líderes, a los elaboradores de los mejores vinos de España. Reunimos a once de ellos en el Balneario de Liérganes (Cantabria), en un evento planteado como un modesto homenaje a quienes han situado al vino español en la cresta de la ola.

Las veteranas instalaciones del balneario, con más de un siglo de trayectoria a sus espaldas, nos proporcionaban la tranquilidad necesaria para un par de jornadas de descanso, de reflexión y de disfrute de esas terapias un tanto olvidadas pero ahora en boga. Un par de días de relajo que vienen muy bien después de un año 2002 que ha sido muy complicado en muchos aspectos y ante un 2003 que se presenta con muchos retos y con no pocas sombras de preocupación.

Sin embargo, como no todo ha de ser entregarse a la molicie, aprovechamos uno de los opíparos menús que se prepararon en las cocinas del balneario (nuestro director, Mikel Zeberio, ofició con maestría una suculenta cena, en línea con la buena cocina del establecimiento) y preguntamos a nuestros invitados su opinión sobre la crisis y sobre el futuro. Queríamos saber qué pensaban sobre la crisis comercial que sufre el vino y si pensaban que la etapa de auge del consumo de vino de calidad ha sido una moda, y como tal pasajera, o bien el inicio de una nueva cultura de consumo.

Un nuevo panorama
Para nuestra sorpresa, comenzaron por negar la mayor. Según manifestaron todos los contertulios, en el segmento de los vinos de calidad no hay drama. René Berbier padre quiso hacer un balance sobre la aparición de los vinos de selección o los “vinos de boutique”, en una expresión utilizada por algunos de los participantes en la charla, a los que se niega a calificar como vinos caros: “No me gusta hablar de vinos caros –dijo–. Si un vino es caro es que no está en su precio. En el Priorato la producción es cara y por eso el precio de los vinos es alto. Cuando empezamos, salimos a 1.500 pesetas la botella y ganábamos muy poco; para hacer algo que valiera la pena tenía que ser a ese precio. Nuestro objetivo era enfrentarnos a los grandes vinos del mundo; queríamos pasar el examen en París, en los grandes restaurantes, y lo hicimos con lo que era una asignatura pendiente del vino español: los vinos de terroir. Recuerdo que en mi primera visita a Lafuente, en Barcelona, me echaron a patadas; fui a París y me compraron el vino. En España había una situación difícil; estaba por un lado el mundo de la cultura del vino que empezaba a calar y, por otro, la realidad de un país que no estaba acostumbrado a estos vinos”.

La brecha abierta por los vinos del Priorato y de la Ribera del Duero se ensanchó en los años noventa. Crecía la exigencia de calidad al mismo tiempo que crecía la cultura del vino y la curiosidad de una parte del mercado por conocer vinos diferentes. Sara Pérez Ovejero pone el acento en la “evolución de las bodegas y de los consumidores. Entre 1994 y 2000 hubo una euforia un tanto descontrolada que rompió la cultura tradicional. La gente empezó a formarse, haciendo cursos de cata; quería descubrir vinos y había bonanza económica”.

Ricos y esnobs
Gonzalo Rodríguez incide también en el cambio de mentalidad y en la influencia del factor económico: “El panorama del vino español ha cambiado completamente en los años noventa. Y la sociedad también. Hay un poder adquisitivo más alto que ha facilitado el auge del interés por el vino de calidad. También hay un cierto esnobismo… ¡Y que siga, que nos viene muy bien!”.

Como suele ocurrir, en el proceso no todo son luces, sino que también hay sombras. Ana Martín coincide en mucho con Gonzalo Rodríguez: “Creo que ha aumentado mucho la cultura del vino, pero hay mucho de bonanza económica y de esnobismo ligado a esa bonanza económica. Todavía falta cultura del vino para valorar suficientemente los vinos especiales. Aún hay que educar muchísimo, empezando por ciertos sumilleres que sólo tienen un cursillo de hace cuatro días y se permiten dar lecciones”.

Francesc Grimalt está de acuerdo en que ahora se sabe más de vinos: “Empieza a haber cultura del vino, lo que pasa es que se prueba poco vino. Hay sumilleres que te cuentan vida y milagros del vino y te das cuenta de que no lo han probado”. René Barbier hijo pide paciencia: “Hay que destacar que ha habido un avance en la forma de hacer vino y una moda de buenos vinos, pero hay que esperar a que el consumidor aprenda a conocer a fondo esos vinos especiales y a apreciar su personalidad”.

Vinos especulativos
Fernando Remírez de Ganuza ve el problema en la confusión de conceptos: “Se ha mezclado la cultura del precio con la cultura de la calidad. Aquí hemos entrado con el precio”. Parece lógico pensar que en época de vacas flacas el descenso en el impulso de gasto se haga notar precisamente en el segmento de los vinos de precio más alto. Sin embargo, los reunidos en torno a la mesa de VIANDAR no parecen pensar así.

Miguel Ángel de Gregorio reconoce que hay una cierta preocupación pero mantiene que aún hay buenos precios en el vino español de alta gama. “Hay una coyuntura mundial de inseguridad y de malos augurios con el tema de Irak y demás. El 11 de septiembre fue una fecha clave; ha habido gente que ha perdido mucho en la bolsa y eso ha creado sensación de crisis. La gente no se anima a comprar, a veces a la espera de que bajen los precios. Sin embargo, creo que el momento dorado de hace dos o tres años sigue ahora porque los vinos caros no han pasado de moda desde hace cien años. Eso no es una moda, sino una tendencia y la tendencia sigue siendo hacia los vinos exclusivos”.

Para Agapito Rico “el dinero no se pierde, sino que cambia de manos. Lo que pasa es que la euforia que había se ha transformado en prudencia. En los últimos años ha surgido una gran cantidad de vinos buenos y de zonas emergentes y los precios se han puesto al criterio del que hace los vinos y no del que los consume; no había un criterio de relación precio-calidad. Hubo un buen momento económico y una gama de buenos vinos que antes no existía. Ahora estamos en una situación de criba y el consumidor está decidiendo si le merece la pena gastar ese dinero. Al finar es el consumidor el que hace funcionar a una marca de vino en función de la calidad y del precio”.

Sin embargo, René Barbier padre incide en las modas: “Hay una serie de vinos especulativos, vinos parkerianos que se ponen de moda. Nacen nuevos vinos que tienen interés, se ha hecho cultura, se bebe menos pero se bebe bien, pero hay bodegueros que tienen que poner en el mercado un vino caro aunque no tenga sentido. Son esos los vinos especulativos que no tienen sentido”.

¿Crisis? ¿Qué crisis?
A pesar de la crisis económica general y de los vinos especulativos, los elaboradores de los vinos de alta gama españoles no viven ambiente de crisis. En opinión de Fernando Remírez “no hay crisis en el mercado de nuestros vinos; lo que ocurre es que hay más vinos de ese nivel de precio y de calidad. Yo no procedo del mundo del vino y no me he enterado muy bien de lo que pasa, pero veo que cuando empecé había tres o cuatro vinos de este estilo y precio y ahora hay cincuenta. Hace diez años era impensable vender a 5.000 pesetas y ahora no es impensable nada. Yo no he notado la crisis y creo que el mercado no está en crisis, pero creo que hay más vinos de lo que el mercado es capaz de asumir”.

Parece haber cierto acuerdo en ese sentido. Miguel Ángel de Gregorio admite que hay “una cierta ralentización en el ritmo de rotación de esos vinos de boutique. Antes había una serie de millonetis que gastaban mucho en llenar sus bodegas y ahora no gastan”. Francesc Grimalt está de acuerdo: “Parece que hay un cierto enfriamiento; es cierto que vinos que antes no veías en los comercios ahora es más fácil encontrarlos”.

Sara Pérez, por su parte, matiza: “En España no hay tantos vinos caros y, además, no son tan caros como en Francia o en California. A finales de los noventa, se ha producido una ruptura en la tendencia y el consumidor empieza a elogiar menos, a estar menos entregados a una marca o a un estilo y empieza a cargarse algunos vinos. Ahora todo evoluciona muy rápido y se tiene que ir asentando. Hay una sensación de crisis porque no hay tanta alegría en las ventas”.

Bastante más radical se muestra Ignacio de Miguel, en cuya opinión el consumidor está aprendiendo a discriminar: “Es verdad que hay algunos vinos de precio alto que no se venden. Son los vinos de los golfos, los que se han apuntado al carro de los vinos buenos de precio alto y de hombres honrados que lo hicieron bien. Los golfos son los que tienen crisis. Los buenos no tienen crisis”.

Crisis en segmentos inferiores
Pedro Aibar ve el problema por estratos de producto: “La batalla no está en los vinos de imagen, sino en los vinos de todos los días. Tienen problemas las marcas que realmente mueven números importantes de botellas. Vinos que hace dos o tres años se vendían a 1.200-1.300 ahora están a cuatro euros. Eso sí es una crisis. En los vinos de boutique yo no percibo crisis y en las otras gamas soy optimista. Estamos en una economía de evolución cíclica y ahora nos salpican factores que afectan sobre todo a los vinos baratos, como la recuperación del viñedo de California, que ha salido de sus problemas con la filoxera, y la gran crisis alemana, pero los vinos caros no tienen crisis.

Agapito Rico incluso duda de esa crisis de los vinos de precios más asequibles: “No veo crisis. Las zonas que llamamos emergentes, las que han mejorado en la calidad de sus vinos, tienen más bodegas, más vinos y precios mucho más altos que los que obtenían antes por el vino. Y lo están vendiendo todo”.

Tendencia consolidada
La segunda parte de la cuestión implica una opinión sobre el futuro de los vinos de selección o de boutique. Para Miguel Ángel de Gregorio, como para todos los que participaron en la tertulia, “lo que hemos vivido este año no es una moda, sino una tendencia”. René Barbier padre invoca el modelo francés: “Estamos en el principio de un modelo bordelés, donde hay vinos punteros y famosos que hacen que se venda mucho vino. Se ha puesto a andar una cultura que aún se va a desarrollar, aunque se produzcan crisis. Hay buenos síntomas en Francia, donde hay una serie de jóvenes sommeliers que están rompiendo con las viejas tradiciones y se interesan por otros vinos”.

Francesc Grimalt es rotundo: “No es una moda pasajera. Francia tiene muchos vinos muy caros y siempre los tuvo. Necesitamos vinos que creen debate, por precio o por lo que sea, para que se hable del vino”. Gonzalo Rodríguez ve muchos nuevos buenos vinos en el futuro: “Creo que en enología hemos llegado más o menos al tope. Que habrá pocas novedades importantes, pero en viticultura no. El desarrollo de la viticultura va a ir trayendo muchos nuevos vinos”. En la misma línea, Sara Pérez cree que “falta profundizar en el conocimiento de los terruños, en estabilizar las calidades y los precios”.

René Barbier hijo ve un cambio de actitud muy positivo en las bodegas (“ahora buscamos hacerlo mejor, antes primaba el afán por ganar dinero”) y apunta hacia la prensa: “Falta también que la crítica colabore más. Ahora los críticos escriben sólo sobre los vinos que les gustan y hay muchos vinos malos de los que no dicen nada”. Pepe Mendoza, por el contrario, rompe una lanza a favor de la crítica: “La baza de las zonas emergentes ha sido la crítica más valiente, que se ha atrevido a ensalzar los vinos desconocidos y de zonas de menos prestigio, y la exportación”. Agapito Rico se apunta a la aportación de los mercados internacionales: “Una cosa es el mercado español y otra el mercado internacional. Aquí hay gente que hace unos vinos muy buenos, pero llevan cuatro días en el mercado comparados con los grandes vinos internacionales”.

René Barbier padre siembra dudas sobre el futuro de los vinos más consagrados del panorama internacional: “Hay muchas grandes marcas en manos de especuladores que los han convertido en vinos sin alma porque los que los hacen perdieron la ilusión. El inmovilismo de las clasificaciones y de las denominaciones de origen está haciendo mucho daño a las marcas míticas”.

El precio del vino
Es la brecha por la que entrarán a ocupar su lugar en el Olimpo los vinos que hoy sólo empiezan a sonar en los grandes foros vinícolas internacionales. Y eso parece que traerá subida de unos precios que, en opinión de Miguel Ángel de Gregorio, “seguimos vendiendo excesivamente baratos. En el futuro vamos a mejorar los vinos grandes y el mercado va a subir los precios. Los vinos españoles de segmento alto siguen estando infravalorados y seguimos baratos porque no tenemos historia. La consolidación del prestigio de las grandes marcas traerá subida de precios”.

En este punto hay cierta discrepancia y Pepe Mendoza apuesta firmemente por una moderación en el precio de los vinos: “Si queremos que la gente joven tenga acceso al vino de calidad hay que buscar un equilibrio. Yo creo en la relación calidad-precio. Prefiero no subir precios y que haya más gente que pueda tomar nuestros vinos. Más que tener un vino elitista, quiero conseguir una base sólida y que sea buscada la bodega y no su vino de boutique. Creo que en España hay que trabajar los vinos de base y que se puedan beber grandes vinos a precios asequibles. Nos tenemos que apoyar en el consumidor joven, en el que tiene menos de 40 años, porque los mayores va a ser difícil que dejen sus vinos clásicos”.

LA MESA

Ana Martín
Enóloga volante bilbaína que forma equipo con José Hidalgo, director de Bodegas Bilbaínas. Juntos asesoran a firmas como La Tapada, Grandes Bodegas o Bodegas Salnesur y participan en Traslanzas, probablemente el mejor tinto de Cigales. De forma más personal, dirige la elaboración del chacolí Itxasmendi y se ha hecho cargo de la renovación de la riojana Castillo de Cuzcurrita, una firma clásica que ha tenido una etapa de inactividad. En un futuro próximo (junio) lanzará el tinto Señorío de Cuscurrita ’01 y hacia el otoño saldrá el Castillo de Cuzcurrita, también del 2001.

Francesc Grimalt
Es el enólogo del grupo de jóvenes mallorquines que ha revolucionado el vino de la isla con su ÁN (antes Ánima Negra), el mejor vino de Baleares y una de las mejores marcas españolas de los últimos años. No anuncia novedades en un futuro próximo: “Estamos en una fase de mejora de ÁN. La única forma es controlar el viñedo de manera que ahora nuestro esfuerzo está en comprar o alquilar nuevas viñas”. A más largo plazo, planea el proyecto de elaborar un vino en Ibiza, asesorando a una de las tres bodegas de esa isla, pero las dificultades de la última cosecha lo han aplazado.

Pepe Mendoza
Un luchador solitario, que ha traído la modernidad a los tintos de la D.O. Alicante y también ha abierto nuevas vías a los dulces de Moscatel. Cara al futuro sigue “moviendo” viñas y elaboraciones para mejorar todos los vinos, con especial atención al blanco. También empieza a trabajar con la autóctona Monastrell, todo un reto para alguien que sólo ha trabajado con cepas francesas. Consideraba imprescindible el control del fruto y ha alquilado por veinte años la viña El Estrecho de Pipa, un viejo majuelo de Monastrell. Además, ha iniciado ensayos con Petit Verdot.

Ignacio de Miguel
El enólogo de la jet funde un coche por año. Tiene a su cargo unos veinte clientes en todos los puntos de España, algunos de ellos proyectos de iniciación para empresarios (millonarios casi todos) que entran en el mundo del vino. Su trabajo es proporcionar novedades. Este año saldrá el mancha Martúe, en el que participa Emilio Aragón, y están a punto de salir los tres Vallegarcía (un tinto de Cabernet Sauvignon y Merlot, otro de Syrah y un blanco de Viognier), de la bodega de Alberto Cortina; también se esperan los Finca El Regajal (Vinos de Madrid) y Emilio Clemente (Utiel-Requena).

Gonzalo Rodríguez
El director técnico de la riojana Barón de Ley, que lanzará en 2003 Museum, su bodega en Cigales, participa en el equipo Más Que Vinos junto con Alexandra Schemedes y Margarita Madrigal. Asesoran a un buen puñado de bodegas, preferentemente riojanas, y han puesto en marcha en Dos Barrios (D.O. La Mancha) una bodega propia con la marca Ercavio. Proyectan plantar más viña y, posiblemente, construir una pequeña bodega. A final de año lanzarán un tinto especial que saldrá con otra marca y sin denominación de origen, como vino de la tierra de Castilla.

Agapito Rico
El creador de los nuevos jumillas no tiene nuevos proyectos en perspectiva, aunque nunca se sabe porque puso en marcha casi por sorpresa El Sequé (D.O. Alicante) junto con su amigo Juan Carlos López de la Calle (Artadi) y ahora empiezan a producir las diez hectáreas de nuevo viñedo plantado con Syrah, Merlot y algo de Garnacha Tintorera. En su gama de vinos de Jumilla va a empezar a retirar la mención de los varietales en la etiqueta y también la marca Carchelo; cada varietal tendrá su marca y se irá desarrollando su personalidad, a partir de una uva o con participación de otras.

Pedro Aibar
Fue el pionero en el Somontano, primero en la vieja cooperativa y luego poniendo en marcha Viñas del Vero y Blecua. Ahora trabaja en el desarrollo de Secastilla, un nuevo proyecto en un valle alto de la comarca, sustentado en Garnacha (quien ha visto y quien ve al adalid de las uvas foráneas en el Somontano) y con alguna otra variedad. El primer Secastilla verá la luz en marzo. Al mismo tiempo, va a dar otro giro a la gama de Viñas del Vero, con un cierto cambio de estilo en algunos vinos y también en las marcas: se crea la gama Viñas del Vero Colección, con los varietales de Merlot y Cabernet.

Miguel Ángel de Gregorio
El creador de Allende, Aurus y Calvario no para. Acaba de trasladarse a su nueva bodega y va a empezar a reformar el palacio un tanto destartalado donde ahora está su sede administrativa. Probablemente este año verá la luz el tinto que ha elaborado en su localidad natal de Almodóvar (Ciudad Real). Estaba decidido a ir dejando la asesoría de Castell del Remei. Sin embargo, se ha ilusionado con un nuevo encargo que es todo un reto: el proyecto del empresario José María Entrecanales (propietario de Hijos de Antonio Barceló, Bodegas Palacio y Peñascal) en la D.O. Méntrida.

Fernando Remírez de Ganuza
Siempre está dando vueltas a cambios en el estilo de su vino y ha instalado conos de madera para la fermentación. Además, proyecta construir una nueva bodega en Rioja Alavesa “por si mis hijos, que tienen 23, 21 y 12 años, quieren dedicarse a hacer vino, para que no tengan que partir de cero”. Sacará vino del 2001 o del 2002, pero no tiene fecha. En Ribera del Duero, donde cuenta con viñedo desde hace unos años, no piensa por el momento más que en seguir con la viña, “que está dando muy buena uva”, y desarrollar viñedo ecológico con nuevos sistemas de cultivo.

René Barbier
Fue el catalizador de la revolución del Priorato y es “padrino” de algunas de las grandes marcas de la zona, como Clos Erasmus y Clos Manyetes, además de su Clos Mogador. Ahora trabaja con los blancos, un empeño personal de “equiparar el blanco al tinto y hacer un blanco de terruño, a base de la autóctona Garnacha Blanca con una compañía varietal que le dé relieve, y jugando con viñedos de diferentes altitudes. Quiero que los blancos puedan llegar a hacer cosquillas a los de Borgoña. Y tengo la gran ilusión de apoyar a mi hijo en sus proyectos… cuando me deja”.

René Barbier
La quinta generación vinícola de la familia ha iniciado un proyecto independiente con otros siete amigos a partir de una pequeña viña vieja de Gratallops: se llamará La Viña del 8 y el vino, simplemente 8. Han comprado una casona que albergará la bodega y será un centro de cultura de vino mundial, con un restaurante que definen como “antiglobalización” y que apoyará la personalidad de la comarca y de sus productos. Además, junto con Sara Pérez, su pareja, asesoran a una bodega de lo más recóndito de Ribeira Sacra y este año saldrá el primer tinto, de Mencía y Garnacha Tintorera.

Sara Pérez
Si hubiera cobrado por kilómetros esta enóloga trotamundos sería millonaria hace rato. Su reciente maternidad va a hacer que abandone sus asesorías (Binissalem, Valencia, Utiel) y se centre en el entorno más próximo: la bodega familiar de Clos Martinet, el proyecto Cims de Porrera, que inicia una nueva etapa con la entrada del grupo Perelada, y el personal de Venus La Universal, en la D.O. Montsant. Además, hay que contar con las iniciativas del equipo personal y profesional que forma con René Barbier (Ribeira Sacra, La Viña de los 8). No se convertirá en ama de casa, no.

Ariadna Barbier
Esta pequeña belleza nacida en noviembre de 2002 es el vivo ejemplo del futuro de los grandes vinos. Llega con todos los predicamentos: es hija de Sara Pérez y René Barbier, es decir, con genes de Clos Mogador y de Clos Martinet, lo que supone toda una garantía. Se ganó el padrinazgo de todos los asistentes al Balneario de Liérganes y está obligada a hacer grandes cosas en el mundo del vino. Por el momento, dará nombre al nuevo proyecto de sus padres: a finales de 2003 saldrá Ariadna, el vino de una finca de coster de 4 hectáreas situada en la mejor zona de Gratallops.

Fecha publicación:Febrero de 2003
Medio: Viandar