Los Premios Zarcillo, cata-concurso de calidad de vinos auspiciada por la Junta de Castilla y León, se han celebrado en el castillo de Peñafiel con récord de participación y rodeados de una polémica más que regular. Los casi 1.500 vinos participantes suponen una marca nada desdeñable, pero el presupuesto del evento, 150 millones de pesetas, tampoco es manco.

Durante el 4, 5 y 6 de junio ha tenido lugar en el castillo de Peñafiel (Valladolid) la cata-concurso internacional Premios Zarcillo 2001, organizada por la Junta de Castilla y León y celebrada bajo los auspicios de la Oficina Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Es la décima edición de este concurso y la segunda con carácter internacional.

En esta edición han participado 1.495 vinos de 14 países, con mayoría de vinos españoles (1.275) y destacada participación de muestras de Castilla y León (405), seguidas por las de Cataluña (257) y, muy lejos, la Comunidad Valenciana (97), Castilla-La Mancha (95) y Aragón (84). En cuanto a participación internacional, destacaron Uruguay (38 vinos inscritos), Brasil (33), Argentina (28) y Potugal (26), así como la exótica presencia de Australia (19 muestras) y Nueva Zelanda (20).

Siguiendo las normas de la OIV, por las que se otorgan premios a todos los vinos que alcancen unas determinadas puntuaciones, los Premios Zarcillo 2001 han concedido 307 galardones: 4 Gran Zarcillo de Oro, 35 Zarcillo de Oro, 104 Zarcillo de Plata y 149 Zarcillo de Bronce. Los cuatro principales premios, los Gran Zarcillo de Oro, han sido copados por cuatro tintos españoles, tres tintos de la Ribera del Duero, Arroyo ’95 reserva (Bodegas S. Arroyo), Federico ’95 gran reserva (Bodegas Federico) y Heredad Peñalosa ’95 (Bodegas Pascual) y el manchego Varones ’95 reserva, de la S.A.T. Santa Rita.

Instituidos en 1992 con carácter nacional, el concurso Premios Zarcillo adquirió rápidamente una importante repercusión. Con el apoyo incondicional del Gobierno de Castilla y León, el hecho de que no se cobrara cantidad alguna a los vinos participantes impulsó notablemente el evento, que se convirtió en uno de los más importantes (o tal vez el más importante) concursos de calidad de vinos de los que se celebran en España.

Sin embargo el primer concurso con carácter internacional celebrado de forma regular en España serían los Premios Bacchus, organizados a partir de 1996, con carácter anual, por la Unión Española de Catadores. Cuando la Junta de Castilla y León quiso dar a su concurso ese carácter internacional se encontró con la oposición de la doctrina de la OIV, que aboga por conceder un único concurso internacional a cada país miembro.

Ante las presiones del Gobierno castellanoleonés, el Ministerio de Agricultura, que es quien formalmente encarga la realización del concurso, optó por la vía salomónica y decidió conceder el concurso alternativamente a los Premios Bacchus y a los Premios Zarcillo, dando carácter bienal a ambos concursos. En justicia, es de suponer que de forma transitoria, a la espera de que otra comunidad autónoma u otro organismo presione y pida su propio concurso.

La nueva situación hizo que los Premios Zarcillo cambiaran de forma radical su filosofía. Para empezar, los vinos deben abonar la inscripción habitual, que en concursos internacionales está en unos 15 dólares (en torno a 30.000 pesetas). Además, lo más importante, hubo que modificar la composición de los jurados, dando paso a catadores internacionales en un panel de catadores en el que han primado siempre los técnicos, bien enólogos de bodegas, bien técnicos de las diferentes estaciones de viticultura y enología regionales o de los consejos reguladores de las denominaciones de origen.

La polémica ha surgido en cuanto se ha conocido el costo del concursop para el erario público regional. El entusiasmo de la Junta de Castilla y León (que contrasta vivamente con la racanería de Comunidad y Ayuntamiento de Madrid con los Premios Bacchus) ha dotado a los Premios Zarcillo con 150 millones de pesetas, una cifra que contrasta vivamente con los datos de los Premios Bacchus, que gastan menos de 20 millones y la Unión Española de Catadores (UEC), que cuenta con una reducida subvención del Ministerio de Agricultura y la colaboración de algunas entidades privadas, consigue obtener beneficios.

La polémica ha surgido en cuanto se ha conocido el costo del concursop para el erario público regional. El entusiasmo de la Junta de Castilla y León (que contrasta vivamente con la racanería de Comunidad y Ayuntamiento de Madrid con los Premios Bacchus) ha dotado a los Premios Zarcillo con 150 millones de pesetas, una cifra que contrasta vivamente con los datos de los Premios Bacchus, que gastan menos de 20 millones y la Unión Española de Catadores (UEC), que cuenta con una reducida subvención del Ministerio de Agricultura y la colaboración de algunas entidades privadas, consigue obtener beneficios.

Fecha publicación:Junio de 2001
Medio: El Trasnocho del Proensa