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Madrid, 17 de mayo de 2010, RP.- Con el convencimiento de que tarde o temprano habrá vinos transgénicos y un sí rotundo a la transgenia en el marco de un desarrollo sostenible, el doctor Daniel Ramón, ex profesor de la Universidad de Valencia y ahora consejero delegado de la empresa biotecnológica Biópolis, intervino en el Foro Mundial del Vino, celebrado por séptimo año en Logroño (La Rioja). Este encuentro internacional convoca a expertos vitivinícolas de todo el mundo para exponer temas de máxima actualidad para el sector, desde la tierra hasta la comercialización y la relación con los consumidores.

Ciencia al servicio del vino

“El vino es uno de los mejores ejemplos de biotecnología que se pueden encontrar, porque en él conviven tres organismos vivos que cooperan: la uva, los procesos de fermentación y el propio ser humano”, comentó el profesor Ramón durante su intervención, y añadió que “el vino es un producto biotecnológico, pero hay que aclarar que la definición de biotecnología no es la que percibe el consumidor, y que desde el punto de vista técnico es errónea, puesto que no se trata de jugar con los genes”.

Esta visión, tan apartada de la concepción tradicional que impera en el mundo del vino, se expuso durante la celebración de un encuentro internacional en el que la crisis y el medio ambiente, así como la comercialización de los vinos tanto desde el punto de vista del marketing como cara a los mercados exteriores, fueron los protagonistas.

Ramón intervino en una de las ponencias más interesantes de la jornada inaugural, y desveló que, aunque nadie elabora vino con uva transgénica, hoy día se cuenta con la tecnología necesaria para poner en marcha la elaboración de vino transgénico. Aclaró además que ya se lleva tres décadas investigando en levaduras vínicas transgénicas, y que fue precisamente ese campo uno de los primeros en los que se investigó con transgénicos.

Defiende esta línea investigadora, donde lleva años trabajando, y afirma que gracias a los transgénicos se pueden obtener plantas resistentes a plagas y enfermedades, sin dañar el medio ambiente con plaguicidas e insecticidas.

Sin embargo, es consciente de que “en España el cultivo de transgénicos se ve de forma distinta, aquí tenemos la barriga llena”.

La intervención del doctor Ramón no fue la única que versó sobre ingeniería genética en el campo de la viticultura y la enología en el Foro. El profesor Reinhard Töpfer, responsable del Instituto Geilweilerhorf para la Multiplicación de la Vid, aseguró que plagas como la filoxera, el mildiu o el oídio han motivado investigaciones para crear clones resistentes a ellas, y auguró que en una década se logrará un clon de calidad resistente a esas plagas.

Los científicos que pasaron por el Foro se centraron además en una tendencia que aún no está instalada en el mercado con demasiado éxito, como la desalcoholización de los vinos. La atención se fijó también en uno de los asuntos que más preocupa al sector: el cambio climático, para lo que el profesor Hernán Ojeda propone utilizar la ingeniería inversa, un término acuñado para expresar un trabajo investigador que se empieza por el final, es decir, fijando primero el resultado que se quiere conseguir y modificando después la cadena de producción. Este procedimiento se utiliza no solo para lograr vinos con menos contenido alcohólico, sino para obtener también mostos menos dulces o contribuir a contrarrestar los efectos del cambio climático: “lo más importante es definir un objetivo claro y preciso para, a partir de ahí, trabajar en ver qué elementos de la cadena podemos modificar para mantener la calidad del vino”, afirmó durante su participación en el Foro.

Vender, vender, vender

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El diseño de un buen packaging, la comercialización eficiente y eficaz de los vinos y los mercados clave para la exportación vinícola fueron el otro punto de atención dentro del Foro.

El director ejecutivo de la consultora La Cía Branding& Packaging, José Luis Torquemada, fue el primero en intervenir en este ámbito para “traer un poco de polémica”, como él mismo afirmó. El experto comentó durante su ponencia que el mundo del vino “tiene mucho que aprender” respecto a las ventas, y que “no valen los gurús”, refiriéndose a quienes conciben una única fórmula “sagrada” para vender vino. Como ejemplos, mostró una serie de botellas con diferentes diseños que habían sido premiados, para continuar afirmando que ninguno de esos vinos era líder de ventas en el mercado. Desterró dogmas y animó a la audiencia a no cerrar los ojos a propuestas diferentes, como nuevos envases o tapones distintos del corcho, a dirigirse al cliente con iconos fáciles de identificar e interpretar y, en definitiva, sacrificar elementos para conseguir un mensaje eficaz y que venda botellas.

Respecto al mercado estadounidense, el experto Paul Wagner, presidente de Balzac Communications & Marketing, dio algunas claves para tener éxito con el vino español. Señaló primero que existe una muralla entre el vino español y el mercado yanqui, y que hay que empezar por seducir a los importadores, ayudándoles con las marcas. También consideró que “los bodegueros nos hablamos a nosotros mismos y no al consumidor”, al que hay que dirigirse contándole una historia: “el cliente quiere abrir una botella e irse de viaje, no quiere saber nada del tipo de levadura que se ha usado para elaborar el vino”.

Sus palabras resultaron de mucha utilidad para los asistentes, al igual que las de John Gillespie, director ejecutivo de Wine Opinions, quien señaló que el consumo de vino en Estados Unidos crece, mientras que el de la cerveza y los destilados desciende. Destacó también la importancia de este mercado debido a su crecimiento, constante desde hace 16 años. Hoy son 35 los millones de consumidores de vino en Estados Unidos y 272 los millones de cajas que se venden al año, por lo que el potencial es enorme para un vino que, en estos momentos, se consume mayoritariamente por los hispanos residentes en el país, y al que vinos como los de Chile o Argentina ganan en cuota de mercado, según los datos de Nielsen proporcionados en el Foro por su vicepresidente y responsable del equipo de bebidas alcohólicas de la compañía, Danny Brager.

Tras el gigante estadounidense, varios expertos reflexionaron sobre la exportación a China, otro mercado que se percibe como la gran esperanza para el futuro del vino, y donde se estiman 70 millones de consumidores. Pero donde, señala el consejero comercial de la oficina económica de la embajada de España en Pekín, Alberto Alonso, “no es recomendable exportar si no se tiene experiencia vendiendo en otros países, porque es un mercado complicado”, desde la corrupción a los altos aranceles y la documentación necesaria para introducir vino español en el país.

Sin embargo, empresas españolas como Torres son ejemplo del éxito empresarial en China, pues en poco más de una década el grupo vinícola ha conseguido situarse en el segundo lugar en el ranking de empresas importadoras de China, en términos de valor. Hoy Torres China comercializa 1,3 millones de botellas de vino y factura diez millones de euros al año con un catálogo de vinos propios y ajenos pertenecientes exclusivamente a bodegas familiares, según comentó el gerente comercial y de marketing de Miguel Torres, Jordi Viñals.

La Red, esencial en la bodega el siglo XXI

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Otro de los puntos clave del Foro fue Internet y sus posibilidades para ser vistos en todo el mundo y diferenciar el producto del de la competencia.

En este sentido la directora de marketing de Global Marketing Strategies, Ana Nieto, destacó el valor de la Red de Redes como un espacio con 25 millones de usuarios donde es imprescindible diferenciarse. La manera de hacerlo, según la experta, es posicionarse en los buscadores como Google y generar contenidos constantemente para mantener la visibilidad.

Las redes sociales como Facebook o Twitter son herramientas gratuitas y eficaces para dar un empujón a la bodega, pero también para conversar con los clientes, escucharles y así generar contenidos de utilidad para ellos y, por consiguiente, ser conocidos y vender el producto. Para ella es imprescindible un contenido “que convenza, que llame la atención y que sean explícitos y claros”.

A este propósito la responsable de desarrollo de turismo internacional de la Cámara de Comercio e Industria de Burdeos mostró la experiencia de difusión de Great Wine Capitals, un consorcio de ciudades cuyo elemento común es el viñedo de renombre internacional.

La crisis sobrevoló, del mismo modo que las cenizas del volcán islandés que impidió la llegada de algunos ponentes a Logroño, el Foro de este año. El broche final desde el punto de vista económico lo puso el profesor de Economía Fernando Fernández Méndez de Andrés, quien habló de los cambios estructurales que está provocando la crisis. Fernández propuso “seguir siendo innovador, entendido como el planteamiento constante de pensar cómo hacemos mejor nuestros productos y servicios; hay que apostar por la internacionalización: si el mundo ha cambiado y se está desplazando el foco económico a países emergentes, o nos vamos a buscar a esos clientes o nos quedamos sin gente a la que venderle. Y por último, hay que cuidar el talento, y no entendido sólo como conocimiento; necesitamos capital humano bien formado, pero con un talante distinto al que estamos acostumbrados: gente versátil, curiosa, dispuesta a aprender, con movilidad y con capacidad y fiabilidad como para trabajar sin supervisión.”

Innovación, sostenibilidad, ecología, tecnología, diferenciación, claridad de ideas y contenidos y visión comercial son las palabras que incorporar al vocabulario tras este Foro Mundial del Vino, en un año especialmente difícil para todo el sector.