Las consecuencias que produce la fabricación de los diferentes ñroductos en el medio ambiente está llegando al mundo del vino. Aunque la elaboración del vino no es una de las actividades más contaminantes, sí es cierto que se puede realizar de una forma más ecológica y sostenible.



Captura de pantalla 2020-05-01 a las 8.46.33


Un nuevo concepto se ha impuesto para medir el efecto que produce la fabricación sobre el medio ambiente. Nos referimos a la denominada huella de carbono, un término que se refiere a la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto. Este efecto se mide en gramos o kilogramos de dióxido de carbono por unidad, peso o volumen de producto. Es sabido que el dióxido de carbono es el responsable del efecto invernadero, cuyas emisiones producen el calentamiento del planeta y que es mucho mayor en los países desarrollados: un habitante de Mali produce alrededor de 50 kilos al año frente a los 21.000 kilos de un habitante de Estados Unidos.

Los objetivos que se persiguen con la implantación de la huella de carbono son, por un lado, éticos, al pretender concienciar a los consumidores sobre el necesario respeto hacia el medio ambiente. Y, por otro lado, económicos, al intentar reducir los costes en cuanto al gasto energético y organizar una campaña de marketing dirigida a los consumidores. Con esta se pretende conseguir un mayor volumen de ventas en aquellos productos que logren reducir su huella de carbono.

Afortunadamente el vino no es una de las actividades más contaminantes. Una botella convencional, de 750 ml., tiene un valor medio de huella de carbono de alrededor de un kilo y medio de CO2.

Para el sector del vino, las actividades que más huella de carbono generan son las construcciones, la maquinaria agrícola, la maquinaria de bodega y los productos auxiliares del vino, como botellas y embalajes.

En las edificaciones se busca incidir en el consumo de energía reduciendo el gasto en calefacción, aire acondicionado, iluminación, etcétera. Para ello se impone el uso de energías renovables y una construcción con materiales sostenibles.

Otro objetivo es la economía en el consumo de tractores y maquinarias agrícolas, así como el ácido nitroso del suelo. Aprovechar la biomasa vinícola ya que se calcula que tres kilos de sarmientos secos, que se suelen quemar a pie de viña, equivalen a un litro de gasoil.

 

La huella del transporte

En la bodega el objetivo es rebajar el consumo de energía en la maquinaria y también en la fabricación de productos del vino. Reducir el peso de los embalajes y el gasto de energía durante su producción. En general, la comercialización del vino (botellas de vidrio), embalaje y transporte concentran más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Francia y Reino Unido abogan por botellas de vidrio más ligeras, con reducción en la fabricación y en el transporte. Otra posibilidad es comercializar vinos en otros tipo de envase diferente a las botellas de vidrio, más baratos y también más ligeros, como las botellas de plástico pet o el bag in box.

Otro de los apartados más importantes es el transporte. El avión es el más contaminante, seguido del transporte por carretera, después el ferroviario y por último el marítimo. Este coste energético es una de las razones por las que en algunos ámbitos se quiere recuperar el embotellado en destino. En algunos países productores que incitan a consumir vinos de producción local; aducen que de este modo se minimiza el impacto del transporte en su huella de carbono.

Además de la huella de carbono, otra de las demandas más actuales de carácter ecológico es la llamada huella de agua o consumo de agua dulce utilizada para la producción de bienes y servicios. Un dato sirva como ejemplo para explicar este nueva huella: para elaborar una botella de vino se necesitan unos 660 litros de agua, que no solo se refiere a la empleada en la elaboración y embotellamiento, sino también a la necesaria para el cultivo, donde la mayor parte proviene del agua de lluvia o del riego.

 

Publicado en junio de 2016

en el monográfico de PlanetAVino

100 cosas que hay que saber para entender el vino actual