Creo que fue Diamante, el blanco semi dulce de Bodegas Franco-Españolas, mi primer

contacto de juventud con un vino. Su sabor dulzón, frescura y chispa en la boca fue esa

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primera experiencia que me ayudó a quitarme de la cabeza la idea de que el vino era una

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bebida fuerte, amarga, algo que nunca me gustaría. Descubrir que estaba equivocada

y que podía encontrar vinos que me iban a gustar despertó en mí la curiosidad por

probar y descubrir. Aunque la situación hoy en día es otra, pues el vino ha ganado

protagonismo y ‘popularidad’, también es verdad que el sector continúa teniendo la

asignatura pendiente de conquistar al consumidor más joven, hoy más necesario que

nunca, cuando ya ni sus mayores consumen como nos gustaría.

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Siendo verdad que, hasta hace no muchos años, pocos han reparado en ese público del

futuro ahora es el reto de las bodegas y del sector en general; conquistar su interés y

paladar es la asignatura pendiente y lo que hace romperse la cabeza a los responsables

de marketing. Pero, ¿cómo llegar a los jóvenes para que sean consumidores convencidos

de vino?

Son más que abundantes, en este momento –y sobre todo en épocas veraniegas–, las

acciones promocionales destinadas a atraer la atención de este público al tiempo que en

el mercado aparecen productos que entran por la vista y diseñados para atraer el gusto

de los, a priori, más incrédulos o desconocedores. El juego de la conquista se asienta

en originales y atractivas etiquetas y sabores amables gracias a vinos frescos, y en

ocasiones golosos y chispeantes.

En esta línea aparecen los frizzante de Codorníu, Bach Moscato y Verdejo Frizz

5.5º, dos vinos en torno a los cinco grados, burbujeantes y frescos, golosos, fáciles de

beber y con una imagen muy refrescante. Unas novedosas elaboraciones que podemos

sumar al popular semi dulce Bach Extrísimo, también de Codorniú pero éste ya con

un grado de 11,5, esto es, un vino blanco de verdad pues los anteriores no alcanzan el

grado necesario para ser considerados legalmente vinos. Aunque no es esto lo que aquí

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juzgamos sino el importante papel que desempeñan elaboraciones de este tipo abriendo

las puertas del vino a esos consumidores alejados y buscados. También Bodegas

Murviedro tiene dos frizzantes en el mercado, el Estrella Fizz Blanco y el Estrella

Frizzante Blanco. Bodegas Torres ha atraído a los más jóvenes con sus populares Viña

Esmeralda y su Viña Sol. Y no podemos olvidar la gama de vinos Blanc Pescador (con

o sin aguja), de Castillo de Perelada, ni tampoco dejar de mencionar Castillo de San

Diego, el famosísimo blanco de Bodegas Barbadillo con seis millones de botellas en el

mercado.

Son solo unos pocos de las muchas referencias de estas características en el mercado,

muy populares por consumidos. Y si bien es verdad que algún tinto puede sumarse

a esta lista, parece el camino ‘más fácil’ para acercarse al vino hacerlo a través

de elaboraciones blancas ‘amables’; por otra parte, además, productos con más

posibilidades para competir frente a la cerveza y otras bebidas refrescantes.

Unos y otros son vinos que no aparecen destacados en las guías pero a los que hay que

reconocer la importante labor realizada a favor del sector pues todos ellos siguen siendo

la puerta de entrada al vino de muchos nuevos y jóvenes consumidores.

Cada uno en su línea contribuye a ese acercamiento porque, de entrada, ayudan a

borrar de la cabeza algunas ideas erróneas sobre el sabor del vino al encontrar frescura,

golosidad, sencillez, ligereza. Sensaciones que animan a repetir y van generando nuevos

consumidores que, en algún momento, darán la oportunidad a vinos diferentes.

Mara Sánchez

24 de julio de 2013.