Madrid, 20 de junio de 2017.MS. – Sus primeros vinos datan de 1994 y desde entonces la historia enológica de Bodegas Montebaco (Valbuena de Duero, Valladolid), localizada en la finca Monte Alto, ha vivido distintas etapas, reflejadas en sus diferentes elaboraciones, a lo largo de estas más de dos décadas.

César Muñoz durante la cata. Detrás, Manuel Esteban.

César Muñoz durante la cata. Detrás, Manuel Esteban.

La selección de nueve añadas significativas a cargo de César Muñoz, enólogo de la casa, ha servido para recorrer estos 22 años y conocer, a través de la cata, los cambios protagonizados en sus principales elaboraciones. Evolución que ha discurrido en paralelo a la vivida por la DO Ribera del Duero en cuanto a normativa y maneras de elaborar.

Desde el trabajo más intuitivo y la enología más simple, sin casi medios, a un estilo actual casi minimalista pasando por una etapa donde la tecnología y el gusto ‘parkeriano’ marcaban la pauta y definían los vinos que salían al mercado. Son los tres momentos, apunta César Muñoz, que ha vivido esta bodega familiar, la denominación castellana, el vino español y la enología en general. Aunque destacaba también que “la singularidad de la finca se ha impuesto como hilo conductor” a la hora de elaborar.  Y ahora manda la idea del terroir,  “defiendo que la esencia (el terruño) está por encima de la calidad”, asegura convencido, con la casi obsesión de ser honesto y respetuoso con el suelo, el clima, la altitud, las orientaciones y las viñas de donde proceden. A lo que sigue una agricultura poco intervencionista y ajena al uso de productos químicos.

EN BAJA bodega1En la base, viñedos entre 800-850 metros de altitud, en suelos arcillo-calcáreos y una acusada oscilación térmica entre el día y la noche. La bodega, en finca Monte Alto, se encuentra entre Valbuena de Duero y Pesquera, y elaborar vinos de finca que reflejen el territorio ha sido el objetivo desde sus inicios. A mediados de los ochenta comenzaba la vinculación de esta finca con la viticultura gracias a la visión de su comprador, Manuel Esteban, un industrial vallisoletano que en el año 87 decidió plantar las primeras 20 hectáreas de tinto fino. Se sumarían treinta más en 1999 (todas alrededor de la bodega), ya por parte de sus hijos, Manuel y Susana Esteban Martín, pues él fallecería un año antes, aunque en 1994 sería partícipe del nacimiento del primer vino Montebaco. A día de hoy elaboran a partir de las 50 hectáreas que tienen en propiedad, repartidas en siete parcelas, pero que complementan con algo de viña vieja de viticultores de la zona de Aranda.

La gama de vinos de la firma la conforman tres tintos y un rosado con la tempranillo como variedad protagonista. Montebaco de Finca es su crianza con entre 13 y 18 meses de barrica francesa, dependiendo de la añada. Montebaco Selección Especial es un tempranillo seleccionado de viñedos viejos, con 14-18 meses en roble francés, que sólo elaboran en las añadas que consideran excepcionales; y luego Semele, su tinto más joven, con un año de barrica, en el que la tempranillo se acompaña de un pequeño porcentaje de merlot que no supera el 10%. Mezcla varietal que también emplean para su rosado.

EN BAJA vinos

Ahora, tras más de dos décadas elaborando, las nueve etiquetas y añadas elegidas representan de algún modo su trayectoria vinícola. De aquella primera etapa, los comienzos de la firma, César rescata Montebaco 1994, 2000, y Montebaco 2001 Selección Especial. La añada 94 se presenta en un momento de digna evolución con aromas de fruta en sazón, chocolate, torrefactos, especiados y buena frescura todavía. Con una nariz más consistente que la boca, también mantiene una acidez sorprendente. La cosecha 2000 está más reducida, madura (ciruela), amable y fluida. En cuanto al Vendimia Seleccionada 2001, se imponen las notas lácticas y salen aromas frutales, con una acidez presente que domina en el paso.

Para la segunda fase, César se refiere a vinos ‘aspiracionales’ al albur de gurús y puntuaciones que premiaban la madera. De ese momento incluye Montebaco 2006, a priori de marcada tanicidad y no demasiado cuerpo, pero agradable evolución en la copa; Selección Especial 2008 –entre los destacados de la cata–, con notas de pastelería, cremoso, especiado, aromas de mermelada de fruta negra, y una boca viva, de buena acidez, todavía entera pero no astringente; y Montebaco 2010, también fresco pero en el que se imponían las notas de su crianza y aromas de especias dulces, aunque nos resultó bastante cerrado.

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Luego, de la etapa ‘minimalista’, por la que continúan abogando hoy en día, el Selección Especial 2012 se ha revelado el mejor de los elegidos. Aromático, perfumado, con una nariz compleja y fina, aromas torrefactados, chocolate, fruta madura y sazonada, notas especiadas y balsámicas. Boca más amplia, equilibrada, con cuerpo, con recuerdos tostados en el paso y buen carácter frutal. El siguiente fue el Montebaco 2013, limpio e intenso, con aromas de fruta roja ácida, notas balsámicas (eucalipto), hierbas aromáticas, ahumadas y tostadas. Como su propio autor apuntaba, el “más primario, auténtico”, cual vino de paisaje, con una boca estructurada pero de mayor rusticidad, muy fresca y paso con toques balsámicos. Y terminó esta selección con la inclusión de una novedad, el primer vino ecológico de Bodegas Montebaco, que saldrá certificado como tal, Montebaco Finca Cara Norte 2015 (nombre pendiente de confirmación). Tras 15 meses de barrica, se muestra con profundidad, acidez, y aromas de su crianza. En todo caso, percibimos fruta roja y un toque de mineralidad como notas destacadas en el final de boca.

Tres momentos de una todavía joven bodega que ahora ya perfila el camino elegido, una filosofía de trabajo en la que el respeto absoluto a la materia prima y al territorio son pilares fundamentales.